jueves, 19 de agosto de 2021

PORTUGALUJOS POR EL MUNDO: EL CONQUISTADOR DE FLORIDA (2)

 


El siglo XVI fue la época de la conquista de América. Poco a poco, con golpes de fortuna en algunos casos, laboriosamente en otros, y en ocasiones incluso bajo el peligro del fracaso, los europeos se fueron haciendo con el dominio de buena parte del continente americano. Castellanos y portugueses primero, y luego franceses, ingleses, holandeses o escandinavos, se fueron asentando y fundando colonias en toda la costa atlántica de América, sojuzgando o desplazando –esto, en el mejor de los casos– a la población nativa.

Colón ya había explorado sus costas, y en la escueta anotación que hizo en su diario de navegación del cuarto viaje nos cita al grumete Diego de Portugalete, indicando brevemente, que murió el 4 de enero de 1503 en pleno viaje, cuando apenas avistaban las costas antillanas; siendo así el primer portugalujo fallecido en Ultramar.

No sería hasta 1509 cuando los castellanos iniciarían la verdadera conquista, dirigida por Diego de Velázquez, que recibió por ello el título de gobernador de la isla. El proceso, repetido antes y después en otras conquistas, pasó por el asentamiento de los recién llegados en nuevas ciudades, y el dominio pacífico o violento de los naturales, que pasaban a ser repartidos como mano de obra para los emprendimientos mercantiles y empresariales de los conquistadores.

Tras la caída relativamente pronto de Cuba los inmigrantes comenzaron a afluir, y en las islas de Cuba, Santo Domingo o Puerto Rico surgió una potente y primera colonización; entre ellos, el segundo portugalujo que tenemos registrado en América; Juan de Portugalete, del que sólo sabemos que falleció en 1510 en San Juan de Puerto Rico, dejando numerosas propiedades y mayores sueños de riqueza.

Muy pronto, la isla de Cuba ganó en importancia estratégica, como base para el salto al continente. Situada en pleno centro del Caribe, desde Cuba partían expediciones a Tierra Firme –la actual Colombia–, Centroamérica, México y toda la costa sur de los actuales Estados Unidos. Desde sus puertos se organizaron y partieron las expediciones que, una tras otra, fueron conquistando nuevos países y regiones para el imperio español.

No sería hasta la segunda mitad del siglo XVI, cuando la Corona española decidía hacerse con su dominio por razones puramente de índole militar. El 28 de Agosto de 1565, el marino Pedro Menéndez de Avilés desembarcaba en La Florida, enviado por el rey de España Felipe II con la orden de expulsar a un nutrido grupo de hugonotes franceses que bajo el mando del corsario Jean Ribault pretendían ocuparlas.

Es en este momento cuando nos topamos con el más famoso de los conquistadores portugalujos, el capitán Sancho de Archiniega, nacido en Portugalete hacia 1531. Ante las dificultades que Menéndez de Avilés, que acababa de fundar y atrincherarse en la ciudad de San Agustín, el rey Felipe II decidió enviar en septiembre de aquel mismo año un refuerzo de 1500 hombres, puestos al mando de “un experimentado capitán”, como se lo comunicaba al propio Menéndez de Avilés: …y havemos proveido por capitán general de ella al capitán Sancho de Achiniega, hombre experto y experimentado en las cosas de la mar …

Como capitán general de la nueva armada, por lo tanto, Sancho de Archiniega tenía bajo su mando, no sólo a los 1500 hombres armados aprestados en Sevilla, sino también una gran potestad política sobre los territorios recién conquistados. En cierto modo, aunque la historiografía ha primado el papel de Menéndez de Avilés en la conquista de Florida, de estas palabras y cuidados lo que se deduce es que la corona confiaba más en las dotes militares de Archiniega que en las del adelantado Avilés.

Y efectivamente así sucedió, siendo su papel mucho mayor que el de un simple segundo de a bordo. De hecho, durante cerca de tres años, Archiniega tuvo que recorrer de una lado para otro todo el Caribe, en la mayor campaña militar nunca realizada hasta entonces en la región.

Las tropas que se aprestaban en Francia, efectivamente llegaron a América, pero su intención no era quedarse sólo en la Florida, sino amenazar el resto de las posesiones españolas, un objetivo mucho más atractivo. Por aquellos tiempos habían comenzado los primeros ataques de piratas contra los convoyes de barcos que regresaban a Europa cargados del oro y la plata americanas. Con sus hombres, Archiniega fortificó y reforzó los puertos caribeños, al tiempo que libró diversas batallas contra las fuerzas expedicionarias francesas; tal y como él mismo cuenta, por poner un solo ejemplo, en un memorial de 1568.

Sancho de Archiniega tuvo un éxito total con los objetivos de su expedición. Con la fama obtenida y refrendada en la campaña del Caribe, una vez de regreso de las Indias pasó a ser recompensado con nuevos méritos y puestos de honor y responsabilidad en aquello que mejor conocía, el arte de la navegación, pues no en vano –afirmaba Ciriquiáin–, “se había criado, desde la niñez, en las naos de sus padres y en las suyas propias”.

 Oscar Álvarez Gila
Marzo 2004

 


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