lunes, 1 de agosto de 2016

RECORDANDO MEDIO SIGLO DE LA VIDA PORTUGALUJA CON LOS BARBIS



Nos pidieron escribir sobre Los Barbis para su libro del 50 aniversario que acaba de publicarse, y que es como recordar medio siglo de la Historia de Portugalete.
Ante esta tesitura, estuve a punto de caer en la tentación de empezar remontándome a aquellos años de niñez en que compartía pupitre en la escuela de las monjas con Txema Lorente, cuando de lo que se me pedía era escribir sobre el Grupo y no, como me podía haber pasado, de su alma mater, y que sin duda son inseparables.
Empecé por lo tanto, por un primer recuerdo que me sitúa en aquellos años 60 del siglo pasado cuando los portugalujos comenzaron a sentir la necesidad de recuperar sus señas de identidad y sus tradiciones, dignificando las fiestas que estaban totalmente en crisis. Y ante el ejemplo del Elai Alai o Lora Barri que competían bailando, o grupos como el Jatunak, Bizi Alai, o la Banda de Cartón, un grupo de amigos, "la cuadrilla de Lorente", se animan a participar en el concurso de cuadrillas dirigido, como decíamos, a mejorar nuestras fiestas.
Era el año 1966, lo componían 17 jóvenes con cuatro guitarras y una melódica, que provenientes del mundo scout se dieron el nombre de Barbis consiguiendo el segundo puesto que repetirían el año siguiente. Lo suyo era solo cantar y sus canciones las que cantábamos todos en aquella época, "tengo un novio chiquitín", "aquí venimos los barbis", “antero txaparrotia”, “el día que se case Dorotea”, ...
El segundo recuerdo me sitúa en la iglesia y en la época posconciliar, desaparecido ya Monseñor Chopitea y con nuevos curas que propiciaban el participar en las misas a jóvenes con guitarras, para desconcierto de algunos fieles. Allí estaban ellos introduciendo una nota de modernidad y de cambio. De hecho en aquellos primeros tiempos, en que su número de componentes creció rápidamente, se centraron sobre todo en la canción religiosa, con referencia a canciones americanas o a compositores como Miguel Manzano, o a la Misa Joven que estaba de moda.
El tercer recuerdo me sitúa en el parque del doctor Areilza, y aquellos recitales suyos que tanto éxito tuvieron, como los dedicados a la Música en la vida, la Música vasca a través del año, la Música y Latinoamérica, o la Música y los derechos del Hombre, que solo se permitiría titular, la Música y el hombre, ya que la censura en aquellos últimos años del franquismo estaba encima y tenían que hacer verdaderos malabares para sortearla.
Fueron años en que su nivel artístico alcanzó un alto grado, con composiciones propias que nos traen a la memoria nombres importantes dentro de su trayectoria, algunos ya desaparecidos, como Josean Lozano, Rafa Pérez, José Ignacio Bilbao, “Txefe”, o Javi López Isla.
Aquellos conciertos sobre un tema concreto, donde se enlazaban canciones, poemas o imágenes proyectadas sobre una gran pantalla (la aparición en una de ellas de la foto del Che Guevara causó verdadera sensación), forman parte ya de la historia portugaluja.
Estos recitales continuaron tras la muerte del dictador, y quizás llegaron a su cénit con una producción de música propia, recogiendo aquel momento histórico, como fue Herria naiz ni, estrenada en 1977 que se representó unos cuantos años y que incluía ya la guitarra eléctrica.
El cuarto recuerdo me viene de mi época en la ikastola Errikoa, y aquellos años luchando para conseguir una ikastola pública que se remataría con Ibilaldia 82, teniendo junto a mí en la Junta de la Cooperativa a Txema. Ya no éramos tan jóvenes, teníamos hijos, compromisos familiares y laborales, los cuales también repercutían en la vida de su grupo en la que se habían producido bajas por distintos motivos, ya fueran traslados de domicilios, o algo que fue común a muchas sociedades portugalujas, las divisiones políticas o la dedicación de algunos miembros a los nuevos compromisos de tipo político que absorbían su tiempo. El Grupo Los Barbis estaba pasando un profundo bache.
Dejándome llevar por mis recuerdos, estos me llevan a 1985, cuando tras unos años intentando salir del bache y seguir adelante, habían empezado de nuevo a participar en fiestas concretas, cantando canciones locales ya fueran de Santa Agueda, el entierro de la sardina, la Diana portugaluja (por cierto que el que las mujeres cantaran no se consideraba muy correcto), o el Olentzero, y se decidieron a recuperar los antiguos recitales, con Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta, (la música sudamericana siempre les ha atraído), así como también el dedicado a la Ecología, donde incorporados ya jóvenes, aparecían dos violines.
De esta época me queda la sensación de que ya la gente no vibraba como antes con los temas, estaba más dividida, aunque la imagen que daban era novedosa y prometedora: Los años habían hecho que desaparecieran aquellas parejas de jóvenes, muchos de ellos novios, y ahora se presentaban ya carrozas que, eso sí, habían sabido inculcar a su hijos el amor a la música, y muchos de aquellos pequeños se incorporaban al grupo cantando por primera vez con sus padres.
El siguiente recuerdo me sitúa el día de la Virgen de la Guía de 1990. Pedro Heredia, había fallecido tres años antes tras haber trabajado durante toda su vida por recuperar el cancionero popular portugalujo que no pudo nunca ver publicado, en parte porque Cesar Saavedra se le adelantó publicando una parte importante del mismo en su Cancionero Musical Portugalujo. Este libro de César iba a servir para que las generaciones venideras no se olvidaran de las canciones tradicionales, pero quedaba una tarea pendiente como era recuperar en discos dichas canciones cantadas.
Y ese día de 1990 Los Barbis ponían en marcha una iniciativa que los portugalujos hemos agradecido sobremanera, como fue recoger aquellas canciones típicas portugalujas y grabarlas para que no se perdieran y para que sirvieran para las siguientes generaciones. Aquel primer CD al que siguieron otras recopilaciones fue todo un éxito. En el Grupo, ya todos adultos, surgió ese mirar hacia atrás, a nuestra historia jarrillera, (como nos ha pasado a muchos), y a ejercer de portugalujos, haciendo desde entonces más patente si cabe su presencia en todo tipo de actos festivos locales y fundamentalmente con nuestras canciones tradicionales. Se habían centrado en uno de los fines que se propusieron cuando empezaron: Crear en los momentos oportunos ese “ambiente popular” que haga revivir en todo el pueblo esa unidad tan agradable, enmarcada en una “fecha” o en un “acontecimiento”.
En estas líneas que me han pedido, no he hablado de la personalidad de Txema Lorente, de su amor a la música, a la poesía, a su Maribel querida, de su capacidad para arrastrar voluntades, de sus innumerables composiciones, de la cantidad de discos grabados, ni de otras personas que con él han trabajado para llegar a esta fecha (no puedo dejar de citar a Nati Fuentes que nos dejó hace todavía poco), pues creo que lo harán otros mucho mejor que yo a los que Agustina ha pedido colaboración.
Pero como yo, desde la Fundación El Abra y los libros del mareómetro, me he aprovechado siempre de él, quiero dejar finalmente constancia de este aspecto. Los Barbis han colaborado durante todos estos años desinteresadamente con todas las Instituciones portugalujas que se lo han solicitado, cuando no se han ofrecido ellos voluntariamente, o con todas aquellas campañas a favor de causas justas que se han dado y se siguen dando. Solamente voy a citar a dos, por lo que a mí me afectan, como es su presencia en el Hospital de San Juan Bautista, para trasladar su alegría a todos los residentes portugalujos que allí se encuentran en diversas ocasiones festivas, y por otro lado en los actos de homenaje organizados a portugalujos a lo largo de las dos últimas décadas de existencia de la Colección El Mareómetro, empezando por el homenaje a Pedro Heredia y terminando el pasado año con el homenaje al doctor Alday en los salones del Hotel.

No me queda por lo tanto mas que trasladar mis felicidades y agradecimiento a todos los que en cada momento de su historia han puesto su esfuerzo y dedicación para que este proyecto haya cumplido medio siglo.


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