jueves, 12 de diciembre de 2019

EL NIETO DEL SEÑOR DEL “PALACIO DE CHÁVARRI” LLEGÓ A OCUPAR EL MÁS ALTO CARGO DE LA ORDEN CARTUJA EN ESPAÑA.



Como mañana se va a inaugurar un gran mural en la calle Mª Díaz de Haro mostrándonos el desaparecido palacio de Chávarri, como se ve al final de este artículo, vamos a recordar a sus moradores, de los cuales nos habla Roberto Hernández Gallejones en su trabajo de la Biblioteca Digital Portugaluja, EL PALACIO DE LOS CHAVARRI EN PORTUGALETE: LA VIVIENDA Y SUS MORADORES.

El conocido en la Villa como “señor del palacio Chávarri”, Manuel Chávarri y Velarde (1870-1937) era hijo de Braulio de Chávarri y Alisal (n. 1823), primo de Víctor de Chávarri y Salazar (el de la estatua), casado con Victoriana Velarde de la Mier sobrina de Sotera de la Mier, que se trasladó a Argentina a realizar importantes negocios y donde falleció mientras su mujer actuaba aquí con poderes.
Manuel, uno de los siete hijos de Braulio y Victoriana, casado con Eloisa Aburto tuvo tres hijos Eduardo, Federico y Enrique y dos hijas Carmen y Blanca, fue uno de los ricos propietarios que tuvo la Villa al comienzo del siglo XX, encargando en 1903 su palacio al arquitecto vasco-francés Jean Baptiste Darroquy que lo proyectó en estilo árabe con una composición ágil y variada.
Al margen de sus participaciones industriales o propiedades mineras, fue un activo comerciante que en la Villa poseía diversos edificios con inquilinos y en el cementerio de Pando adquirió varios lotes de terrenos para enterrar a sus padres y familiares, encargando al escultor Quintín de la Torre un artístico panteón con un ángel custodio sobre un colosal montículo de rocas y mármol del que sobresalen de un infierno dantesco rostros, y cuerpos retorcidos, abatidos, ángeles caídos y rostros cadavéricos.
“El Señor de Chávarri” era a la vez muy portugalujo, sencillo y generoso como demostró en ocasiones como la construcción del Depósito de Aguas de Campanzar o del edificio del Hospital Asilo de San Juan Bautista al que cedió el terreno conocido como “la viña de Campanzar” para que así dispusiera de huerta, escribiendo queremos de veras a nuestro pueblo, y debemos ayudar a la realización de esas obras aunque nos cueste algún sacrificio y no pocos obstáculos, ni por las miserables pesetas, ni por pequeñeces de amor propio, puesto que las consecuencias las paga el pueblo”.
Su hijo Eduardo Chavarri Aburto se casó con Concepción Zunzunegui Loredo, hermana del escritor y académico Juan Antonio, formaron una familia profundamente católica, llegando él a ocupar el cargo de Hermano Mayor de la Real congregación de arquitectos de Ntra. Sra. de Belén en su huida a Egipto, por lo que no es de extrañar que sus dos hijos y una hija se dedicaran a la vida religiosa.
El hijo mayor, Eduardo Chávarri Zunzunegui, en 1953 con 18 años, le pidió a su chófer que le llevara a Burgos dejando atrás su palacio y al llegar a la puerta de la cartuja de Miraflores, se despidió de él regalándole el coche pues pensaba quedarse dentro de aquellos muros donde no iba a necesitarlo. Los monjes de la Orden monástica de la Cartuja, dedicados a la vida contemplativa son los que profesan más austeridad en el mundo y los que a lo largo de los siglos han permanecido sin caer en lujos.
Siete años después de su ingreso fue ordenado presbítero. Destacó por sus dotes de inteligencia que le llevaron a ejercer desde 1967 el cargo de vicario y ser elegido en 1972 Prior de dicha Cartuja, donde también había ingresado su hermano Federico cinco años antes. El Ayuntamiento de Burgos le reconoció con la medalla del MC aniversario de su fundación y del poema del Mio Cid.
Tras ocupar el cargo de Visitador en España vivió sus últimos años en la cartuja catalana de Montalegre falleciendo en 2009.







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