miércoles, 12 de noviembre de 2025

EL KIOSCO DE LAS PISCINAS

 

Vaya por delante mi agradecimiento a José Luis Garaizabal y a Luis Rovira por ponerme en contacto con Felisa de Arriba Pérez, Feli para los amigos, quien muy amablemente me ha aportado las informaciones que siguen.

En nuestro recorrido por los kioscos portugalujos, de los que tan sólo nos quedan cuatro y ya todos cerrados, hoy nos detenemos en el que estaba situado justo frente a la antigua entrada a las piscinas municipales del Muelle Nuevo. Tenemos sus orígenes en Efigenio de Arriba Gómez (nacido en 1924) y su mujer Eduarda Pérez Conde (nacida en 1929), ambos naturales de Medinilla, provincia de Ávila, quienes tras pasar una breve estancia en Baracaldo vinieron a Portugalete en 1957, viviendo desde entonces en la calle Reyes Católicos.

Poco después este matrimonio empezó a vender golosinas y cigarrillos con una humilde carretilla; este puesto ambulante lo ejercieron durante un año, hasta que se fijaron en un reducido solar frente a las piscinas donde instalarían el kiosco. La iniciativa no tuvo un fácil comienzo, dado que el solar pertenecía a la Autoridad Portuaria de Bilbao, institución que se mostraba reacia a la instalación del kiosco, hasta que un familiar que vivía en Madrid pudo facilitar los trámites. Encargaron la obra a un amigo de la familia de nombre Manolo, natural de Baracaldo, quien había estudiado en la Escuela de Artes y Oficios de dicha localidad. Así, el kiosco fue levantado en 1973.

Aunque buena parte de la estructura era de hierro, el tejado era de aluminio, por lo que se daba la curiosa circunstancia de que en días de regatas tenían que vigilar que los jóvenes, y no tan jóvenes, se subieran a dicho tejado (costumbre que hacían en cuanto podían), pues como se ha dicho al ser el tejado de aluminio, su estructura de abombaba peligrosamente.

Aquí presentamos varias fotografías del kiosco, realizadas por el citado Efigenio en 1974, en que se ve a su hija Mari Carmen de Arriba Pérez en su interior (por aquel entonces el kiosco “convivía” con un pequeño puesto de helados regentado por un matrimonio de portugalujos desde 1974, pero esa es otra historia).

 El kiosco cerró en 1981, cuando Mari Carmen se casó. Pasó un tiempo cerrado hasta que los padres de mi informante lo vendieron hacia 1989 a otras personas cuya identidad de momento no hemos averiguado, pero que quizá algún lector nos sepa decir. A principios de los 90 (¿1994?), no sabemos la fecha exacta) el kiosco cerró definitivamente.

Aitor González Gato.

 

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