martes, 1 de marzo de 2016

LOS BAILES DE LA PLAZA. APARICIÓN DE LOS ALTAVOCES Y LA RADIO EN 1933.



Recogíamos en un artículo anterior sobre el tema de los corros de baile en la Plaza, como en 1932, la adjudicación de los cuatro existentes había recaído en Julián Tellaeche y Víctor López que se presentaban juntos.
Al finalizar dicho ejercicio, en la nueva adjudicación para 1933 se produjo un hecho que iba a ser revolucionario en los bailes de la Plaza. Fue el ofrecimiento de Agustín Urbina Viguri de “una instalación amplificadora de micrófono radio y gramófono con sus correspondientes altavoces”, por un importe de 3.003 ptas. más beneficioso que las 2.500 ptas ofrecidas por Tellaeche y López y las 2.640 ptas de Emiliano Rubio Prieto.
La expectación que causó aquel verano el nuevo invento fue enorme, y ante “el éxito del nuevo sistema de música con altavoces, y las peticiones del numeroso público que concurre a expansionarse a los bailes armonizados por la Banda Municipal y los altavoces”, Urbina trasmitió en noviembre al Ayuntamiento, la posibilidad de seguir funcionando hasta las 9 de la noche, una hora después de retirarse la Banda.
La Corporación Municipal acogió también bien la medida, pero con la “condición de que ofrezca iguales audiciones de música varia todos los domingos y días festivos de 12 de la mañana a 1 de la tarde siempre que el tiempo lo permita”.
La iniciativa de Agustín Urbina, presidente a la sazón de la “Sociedad Cooperativa Obrera Constructora de Casas Baratas Villa Nueva”, y que en diciembre de 1932 había abierto en El Ojillo “un comercio de venta e instalación de aparatos de radio y artículos de electricidad” que se anunciaba como representante oficial de la casa Philips Radio, produjo un cambio radical en los bailes de la Plaza, desplazando definitivamente a los pianos de manubrio y a los acordeonistas callejeros.
De tal manera que al año siguiente, 1934, se estableció el concurso de adjudicación de los puestos de baile, “aplicando la radio”. Se presentaron 12 solicitudes, una de ellas la de Urbina y adjudicaron por dos años de contrato a Víctor y Mario López Alonso, de Santurce y Las Arenas respectivamente, que formaron una sociedad, con un aparato de radio marca Philips.
El aparato se colocaba en el kiosko y los altavoces se repartían por toda la plaza, cobrando el adjudicatario a los que bailasen una perra gorda los domingos y media los demás días. Por supuesto las mujeres no pagaban.
Bajo estas líneas recogemos a través de los programas de festejos la trasformación que fue sufriendo la amenización de las romerías en la Plaza. 







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