jueves, 3 de marzo de 2016

HERÁLDICA PORTUGALUJA (21) ESCUDOS DEL CORO DE LA BASÍLICA



El día 11 de Noviembre de 1872, una gran tormenta descargó un rayo sobre la torre de la Iglesia de Santa María, originando serios daños en la linterna y cúpula de la torre. Para ver el alcance de los daños, se montó un andamio desde el campanario para que el Arquitecto Municipal Severiano Achúcarro emitiese un informe sobre si era de absoluta necesidad su demolición o si por medio de apuntalamientos se podía salvar la situación.
Pues bien, cuando los carlistas destruyeron la torre a cañonazos el 5 y 16 de Enero de 1874, no hicieron más que aprovechar los daños del rayo, que no habían sido reparados y allí quedaron parte de los andamios colgando y el resto, junto a la linterna y parte de la media naranja, cayó sobre el tejado, afectando seriamente el coro, que no sabemos si era de piedra o madera.
Arreglada la torre y el tejado, entre 1886-1888, con la colaboración de Manuel Calvo, fue Dª Sotera de la Mier quien tomó las riendas de la reconstrucción del coro y presentó al Ayuntamiento un proyecto de Julio Saracibar fechado en Madrid el 20 de Mayo de 1894, junto a la solicitud para ejecutar por su cuenta algunas obras en el coro de la iglesia parroquial.
En el plano que realizó se pueden ver ya esbozados los dos escudos que vamos a tratar. En la última entrada, en la que hablaba de los escudos con las velas plegadas, sitos en la calle Santa María nº 1, decía que se talló uno de estos escudos, tomando como ejemplo los citados.
Se encuentra en la columna central-izquierda según se mira al coro y se presenta bajo una corona que muestra características de marqués y conde. El barco, navegando hacia la izquierda, luce tres palos con las velas recogidas y que están coronados por una bola y un gallardete en el trinquete. Se supone que el Ayuntamiento también colaboraría económicamente, tanto en el coro como en la iglesia, y de ahí la presencia de su escudo.
En la otra columna aparece tallado el escudo del Obispo de Vitoria (1890-1904), Ramón Gil Fernández de Piérola y López de Luzuriaga, (1829 Otiñano.Navarra – 1904 Vitoria) quién prestaría su colaboración en la reedificación del templo y concretamente en el coro, “Primer Obispo bascón de origen de la diócesis de Vitoria, por tanto hijo de la Euskal-Erria” como señalaba el Boletín diocesano, tomó posesión de la diócesis de Vitoria, que comprendía entonces las tres Provincias Vascongadas
Según Javier de Ybarra, Se presenta bajo un capelo (sombrero) mostrando en su primer cuartel las armas de Fernández de Piérola que se componen de cruz latina, acompañada de estrella de ocho puntas en el flanco derecho y de una luna menguante o tornada (sic - la luna está en creciente), con cara humana, en el izquierdo, ambas al pie de la cruz y orla el conjunto una cadena de eslabones; 2º las armas de Ochoa de Alda, con árbol terrasado y dos lobos en pal, pasantes al tronco; 3º las armas de Ortigosa, con dos árboles terrasados y oso entre ambos y empinado al de su diestra; 4º las armas de Bidaurre, que son cortadas por una faja que tiene en lo alto un lobo andante y en lo bajo una torre terrasada”.
  

JOSE LUIS GARAIZABAL 

1 comentario:

  1. A cuenta de los escudos portugalujos que presentan un navío con las velas recojidas, y su similitud con un escudo casi idéntico sito en la fachada del antiguo Ayuntamiento de Plencia (que también ostenta un escudo de los Reyes Católicos, vergonzosamente pintado de negro y que parece que el Consistorio plenciano parece que no tiene ningún interés por limpiar) podemos aducir la siguiente hipótesis: los puertos marítimos no solo eran importantes por su comercio exterior; al margen del trato que tuvieran con otros reinos o con el resto de España, era igualmente importante que en ellos pudieran las naves echar el ancla, recoger sus velas y estar a salvo de los temporales y los embates del mar. Además, esta estancia segura convenía a las villas, para que durante el tiempo del anclaje la población pudiera abastecerse de los mantenimientos necesarios. Por eso encontramos escudos de navíos con las velas recogidas: era un aviso a navegantes. Con ello se trataba de fomentar la idea y hacer "propaganda" de que la villa era un lugar seguro: un puerto-refugio. A través del escudo se transmitía tan importante idea y las mismas villas se beneficiaban de los mantenimientos de los barcos anclados en sus riberas.
    Por tanto esos escudos no reflejaban tanto el orgullo de una villa comercial, sino el anuncio de un puerto-refugio. "Aquí tu barco estará seguro".
    Aitor González Gato.

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