La ficha que hoy nos presenta el periódico
enportugalete.com es continuidad de
la anterior dedicada a su madre María Vallejo.
Sobre este personaje y su velero Saltillo
ya dedicamos unas paginas en uno de nuestros números de Cuadernos Portugalujos.
Recordemos que fue su abuela Prisca
Arana, que destacó por sus acciones benéficas, quien levantó en 1892 en un
terreno en el acantilado sobre la playa, junto al palacete “El Salto”, que su
hermana había construido dos años antes, otro más pequeño al que bautizó con
nombre diminutivo de “El Saltillo”, trasladándose a vivir allí con sus dos
hijos: María Vallejo, casada con Pedro J. Galíndez y Emilio Vallejo, casado con
Sofía Real de Asúa.
Por los registros notariales vemos que Prisca, ya
viuda y apoderada por su cuñado Francisco Martínez Rodas que vivía en “El Salto”,
le compró al terreno a Víctor Chávarri y Salazar que a su vez se lo había adquirido
a Casilda Iturrizar.
Los dos edificios Salto y Saltillo, fueron emblemáticos
durante muchos años sobre la playa portugaluja que también era conocida por el
citado nombre de “El Salto”.
Este nombre provenía de la caída que sufría desde el
acantilado un pequeño riachuelo que regaba el huerto de la finca y que según
contaba Jose Mª de Areilza, lo hacía fundamentalmente con las lluvias de
primavera, cuando se convertía en una verdadera cascada al caer desde el
acantilado a la playa. Según cuenta también, debió ser su abuelo el Conde de
Rodas el que encauzó por tuberías el arroyo.
Es posible que si el primer palacio tomó el nombre
toponímico de la playa por la citada cascada, al segundo, más pequeño, guardara
relación con su volumen y ser mandado edificar por la pequeña de las hermanas
Arana de la calle Santa María.
A este respeto es curiosa la explicación que se da en
el libro Hogar Saltillo, 50 años de vida
familiar, (2003) del que hemos tomado la figura de Peru Galíndez, cuando
dice que Saltillo, “es el nombre que la gente daba a este edificio debido a una
pequeña verja que la separaba de la playa y que los vecinos “saltaban” para
acercarse a ella”.
Bajo estas líneas un detalle de una foto de José Luis
Cortes, de la treintena que el Archivo Municipal de Burgos nos ha facilitado
para dar a conocer la obra fotográfica de este personaje, que viajó a nuestra
Villa en diversas ocasiones entre 1892 y 1896. En el acantilado entre los dos
edificios queda marcado el lugar por donde caía el agua del citado arroyo.
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