miércoles, 7 de enero de 2015

HERÁLDICA PORTUGALUJA: MARQUÉS DEL PUERTO, UN ESCUDO DESANGELADO



Continuando con el tema de la heráldica portugaluja, vamos a seguir con la denuncia del maltrato que han sufrido varios escudos nobiliarios de la Villa.
Toca el turno de analizar el de los Barrenetxea, sito en la calle Salcedo y que muestra su belleza incompleta a todos los transeúntes que bajan por la calle del Medio. A pesar de que la casa original donde se encontraba, fue derruida en 1982 para dar paso al edificio del Centro Cívico, el escudo se salvó de ir al vertedero, como sucedió con el muro que apareció en el interior de la zona baja y que posiblemente eran los restos de la muralla. ¡Qué desatino!, que una obra municipal se cargase un trocito de la historia de la Villa, pues bien pudiera haber lucido en el hall del edificio, transmitiendo la recia belleza de su portal y saeteras.
La ilustración superior muestra en el centro el escudo, dibujado a plumilla por Echarte, el original a la derecha y el actual a la izquierda, mientras cerrando esta entrada recogemos el edificio, según el cuadro de 1740 y durante su destrucción con la posible antigua entrada de las murallas, con dos pequeños apuntes de sus fachadas de Echarte y Kepa Maestre.
Esta casa, de gran superficie, iba desde la calle Carnicería (Salcedo), donde tuvo su entrada, hasta la orilla de la ría, a la que se accedía a través de los tres arcos de los soportales mediante unos escalones que desaparecieron al rellenar la plaza. Ya era visible en el citado cuadro de 1740, aunque más baja ya que en el siglo XX cuando se le añadió un piso y una buhardilla corrida. A su lado se encontraba el matadero, que entonces llamaban Carnicería.
Volviendo al escudo, debemos apuntar que la condecoración de la Real Orden de los Serafines de Suecia, que lo rodea, le fue concedida al bilbaino Joaquín Ignacio de Barrenetxea y Erkiñigo (1681-1753), primer Marqués del Puerto (1741). Esta condecoración creada en 1748, le fue concedida por Suecia, por su trabajo como Ministro Plenipotenciario de Fernando VI, entre 1741 y 1746. A partir de 1975, solo se otorga a jefes de estado extranjeros y a los miembros de la familia real sueca. Juan Carlos I es uno de sus titulares. La estrella de la Orden con el IHS (Iesus Hominum Salvator), pende de un collar formado por once cruces patriarcales y otros tantos serafines alados, que es una categoría de ángeles.
Como ya apuntábamos al hablar de los escudos colocados en el Centro Santa Clara, las condecoraciones, yelmos, leyendas, etc. forman un conjunto indivisible y no se deben separar del escudo original. Este muestra en lo más alto la corona de Marqués, que durante muchos años ha servido de colgador de cables de la luz y teléfono y el borde inferior presenta varios daños, seguramente producidos durante el derribo.
Siete de los nueve serafines rodean el escudo formado por cuatro torres, habiendo desaparecido el rostro de uno de ellos y completamente los dos superiores, de ahí el título de este artículo. Uno de ellos, reposa en el trastero heráldico en que se ha convertido el hall de Santa Clara y muestra los orificios de los soportes de los tendidos. Como en las otras piezas expuestas, nada se indica de su origen.
Una de las cuatro torres, al coincidir con la separación de los dos bloques, ha sufrido la rotura del tejado. Otra pérdida ha sido una de las dos orlas de la parte superior del borde del escudo. El escudo presenta en segundo plano, una cruz acolada como Caballero de Calatrava desde 1711, superpuesta a otra cruz de Malta de la que solo se aprecian en parte los brazos.

JOSE LUIS GARAIZABAL


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