sábado, 29 de septiembre de 2018

EL RELATO DEL FIN DE SEMANA: Y YA ÉRAMOS DON…





Sí, había pasado tiempo, dejábamos la infancia y ya teníamos aprobada la reválida elemental: ¡éramos bachilleres!, lo que conllevaba, se decía, el tratamiento de "Don". No era ese un diploma, tampoco fue que, súbitamente, el tutor de clase pasara a tratarnos de Usted ó como "Don TAL". 

No; se trataba de una convención social antigua y sin uso. Vamos, que nada había cambiado, pero fue motivo de mofa por nuestra parte.  

Bueno, sí, se avecinaban cambios. Alguno de nosotros se encaminaba a la Escuela de Náutica o a la de Estudios Mercantiles en Bilbao, incluso uno -Julián- hacia Valladolid, a estudiar para Aparejador, como se decía entonces, ahora sería para Arquitecto Técnico.  

Los que quedábamos aquí afrontábamos el Bachiller Superior -5º y 6º-, la siguiente reválida y el COU. Pero eso fue después de lo que sigue.

Mientras, llegaba el curso siguiente, ese verano tiene lugar nuestra primera experiencia lejos de la familia. En mi caso, y otros más, esa primera salida fue hacia el Pirineo. Con unos doce kilos de mochila en la espalda de cada uno y teniendo una semana por delante, tomamos el bus de La Unión a Pamplona, como escala intermedia.

Llegamos allí en plenos Sanfermines. Eso, para un chaval de casi quince años, fue la locura. Vivir ese ambiente de cerca, las calles colmadas de visitantes, estrenar los conocimientos de francés con unos jóvenes -mayores que nosotros-, que se desperezaban en los asientos vecinos del Paseo de Sarasate, con quienes compartimos la comida que traíamos en la tartera,... para, llegado el momento, volver a la estación de autobuses y tomar el que nos llevaría al Roncal, en concreto a Isaba.

De allí, caminaríamos hacia el Valle de Belagua y cumbres cercanas. Teníamos planes de ascender a la Mesa de los Tres Reyes, el Ezkaurre, Lakartxela,... El Anie no estaba en ellos: nos superaba en lejanía y obstáculos.

Y así quedó, en planes. La tardía hora de llegada a Isaba del bus de La Roncalesa procedente de Pamplona, el sol, que ya se ocultaba tras las cumbres a poniente, y la hora, pasaban las 18h., detuvieron nuestro caminar y nos desanimaron de seguir la ruta hasta Belagua, para asentar la tienda de campaña en la cercanía del cruce con la carretera que lleva a Zuriza, por donde ahora se llega al Camping Asolaze.

Esa noche, recibimos una visita que no saludó, pero dejó sus garras en los sobres de salchichas que se conservaban sumergidos en las frescas aguas del río Belagua. Y no reincidió.

El día siguiente, tras la visita de los vigilantes verdes de la frontera, lo dedicamos a reconocer la zona y para recuperar la despensa. Al retorno a nuestro espontáneo campamento, encontramos que, a poca distancia, había otro. Era un grupo de chicas a quienes saludamos y nos presentamos.

Ese fue el inicio de unas jornadas de camaradería y recorridos conjuntos, entre los que no estuvo llegarnos hasta la Piedra de San Martin a la ceremonia del tributo de las tres vacas, pero sí visitamos Uztarroz, la Foz de Mintxate, Txamantxoia,... incluso una sobremesa nocturna en las campas de Belabarce, con un grupo de Gasteiz, allí instalados y animada con una libación de glogg, típico vino especiado de origen sueco que se bebe caliente pero sin llegar a quemar en la boca. Y calienta eh?, sí que calienta.

Esos itinerarios y relaciones no resultaron en mayor cercanía entre pares, a pesar de la semejanza de edades.

Al final, todo quedó en intercambio de direcciones y las horas pasadas en común sirvieron para conocernos, expresar experiencias y opiniones, escuchar músicas favoritas de todas y todos, cocinar y comer en común,...

Pasados los días que el permiso familiar nos otorgó, nos despedimos de ellas como caballeros y alumnos del Colegio Santa María, mostrando el Don que ya precedía a nuestros nombres y dejando bien alto el pabellón jarrillero ante unas jóvenes de Hernani.

Fueron placenteros días para recordar.

Martintxu


2 comentarios:

  1. Va de broma. Como la fotografía no se corresponde con el artículo, me atrevo a preguntar por los nombres de algunas personas que participamos en esa excursión al Txindoki. ¿Quiénes éramos? A mí me ha costado reconocerme. Tasio.

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  2. Amigo Tasio, años ha de no verte, pero los recuerdos comunes me animan a escribir algunos de los nombres que he reconocido: Rubén y su señora, Victor Albizu, Javi Lunate, Javi Beitia, Edu Estancona,... A ti yo tampoco te reconozco. Esther y yo, novios reciente, fuimos a esa excursión, 1973 creo recordar, pero no hicimos cumbre.

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