jueves, 28 de febrero de 2019

ANTECEDENTES DEL CINEMATOGRAFO EN LA VILLA: 1896, LOS CUADROS DISOLVENTES Y EL FONOGRAFO


El cinematógrafo nacido a finales del siglo XIX y que se convirtió rápidamente en un espectáculo de masas, estuvo precedido por otros espectáculos en que la imagen generalmente en movimiento era la protagonista. Sombras chinescas, linterna mágica, dioramas o los cuadros disolventes que mediante trucos de iluminación conseguían efectos simulando movimientos, que junto con las audiciones publicas de los fonógrafos causaban asombro y el público se agolpaba para escuchar la máquina parlante y ver las imágenes moviéndose.

Si el cine llegó a la Villa en 1906 de la mano de Bel y Muselier, diez años antes el bilbaíno Manuel Manzanares, el 19 de diciembre de 1896, solicitó autorización para abrir un Salón Recreativo para ofrecer sesiones de Fonógrafo y Cuadros disolventes.

El archivero municipal, Roberto Hernández Gallejones preparando su material para el próximo libro de la Colección El Mareómetro nos aporta este documento (AHMP C168 N33) que forma parte de la historia de la vida festiva jarrillera.

El documento escrito a mano, explica el prospecto que pensaba repartir en la Villa y decía así:



SALON RECREATIVO

Espectáculo al alcance de todas las fortunas. 
El mas moral y divertido de todas las diversiones.
 Calle Santa María nº 15. Portugalete.

FONOGRAFO LIORET

Aparato que habla, canta y toca piezas
 en las que se perciben claramente 
todos los instrumentos de una banda de música.

CUADROS DISOLVENTES
Ultimo invento en linternas mágicas, 
preciosos cuadros cómicos de movimiento y  paisaje.


El salón estará abierto los días laborables desde 
las 5 de la tarde hasta las 10 de la noche. 
Los domingos y festivos se abrirá a las 2 de la tarde.
Los cuadros disolventes se darán por sesiones 
de media en media hora.

Precios
Entrada general: 25 céntimos de ptas. 
y 15 los niños y militares

Nota
Todas las noches se cambiarán los cuadros disolventes



En el mismo expediente del Archivo Histórico Municipal encontramos la oferta enviada por un empresario catalán José G. Caballero ofreciendo al Ayuntamiento su “grandiosa colección de cuadros disolventes”, que como vemos en la imagen que acompañaba sería exhibida en los festejos públicos y que no parece que se aceptó.




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