Una de ellas nos la facilita Alfonso Gracia nieto del brillante arquitecto Diego de Basterra y Berástegui.
Basterra que en su faceta política fue concejal del PNV en Bilbao desde 1915 a 1918, ocupó el cargo de Arquitecto de la Diputación de Bizkaia desde 1918 a 1936, donde realizó multitud de proyectos, y colaboró durante la guerra con el Gobierno Vasco formando parte de las Comisiones Técnicas dependientes del Departamento de Sanidad.
Por este motivo tras la caída de Bilbao en 1937 fue encarcelado acabando en el barco prisión Upomendi, que hasta entonces había cumplido esa misión con el bando contrario, y que estuvo fondeado en la dársena.
Acogido al decreto de redención de penas por el trabajo, trabajó en la reconstrucción del Hotel, bombardeado durante la guerra. El proyecto de reconstrucción se lo encargaron a Santos Zunzunegui, que empezó con la memoria en 1937, y la obra en diciembre de 1938, una vez autorizado por el Servicio Nacional de Regiones Devastadas.
Y aquí viene la anécdota que su nieto oyó contar a su madre Miren Basterra Larrea.
Según Basterra, el contratista que se hizo cargo de la obra “afanaba”, como diría el chiplichandle de Juan Antonio Zunzunegui, todo el cemento que podía, lo cual hizo que nuestro personaje, preocupado, comentara a su mujer: “Si se cae el edificio me fusilan”.
Publicado el 16 de abril 2010
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