Últimamente en este blog hemos publicado varios artículos dedicados a
nuestros queridos muelles. Añadimos hoy unas breves líneas para el segundo
dique que recibió el nombre de Muelle Viejo, pues como ya sabemos “heredó” el
nombre del primer Muelle Viejo, originalmente más arrimado al acantilado y al
antiguo Camino del Carro.
Este primer dique, que según parece databa de 1714, desapareció con motivo
de los rellenos realizados en terrenos ganados al mar, para instalar en ellos
las vías del tren que hacía el recorrido Bilbao-Portugalete. En concreto, el
nuevo dique o segundo Puerto Viejo se acabaría poco antes de septiembre de
1888, cuando llegó el tren a nuestra villa. De ese puertecito nos queda un
puñado de fotos, siendo una pequeña dársena en la que cabían unos cuantos botes
de pesca, y donde la chavalería pasaba buenos ratos nadando. Entre 1932 y
principios de los años 40 se instalaron pivotes en nuevos terrenos ganados a la
ría, a fin de erigir sobre aquellos los actuales muelles, cubriendo así este
segundo Muelle Viejo.
Pero debemos matizar lo de que sólo “nos queda un puñado de fotos” de ese
dique decimonónico, pues lo cierto es que se conserva buena parte del mismo.
Quien tenga curiosidad puede bajar las escaleras de los actuales muelles: la
piedra de sillería que verá se trata del largo muro de nuestro querido segundo
Muelle Viejo. Más aún: desde el paso elevado que rodea el Museo Rialia puede
verse, sobre todo en marea baja, la punta o morro de dicho Muelle Viejo, desde
el cual antaño la juventud se lanzaba al agua y disfrutaba de lo lindo.
Lamentablemente esas escenas tan encantadoras no volverán a repetirse, pero
nos quedan estas viejas piedras, no tan ocultas, dispuestas a mostrarse a quien
quiera verlas, que nos retrotraen a un entrañable pasado no tan lejano.
Aitor González Gato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario