Pocos comercios nos quedan que nos recuerden tanto a las entrañables
tiendas de barrio de las de antes, como este de la calle Abátxolo. No es para
menos: para empezar, no tiene cartel ni nombre “oficial” que lo anuncie.
Siempre fue y aún es para todos los del barrio, “la tienda de Benito”. Y es que
en Portugalete siempre se solía llamar a las tiendas por el nombre de la
persona que la regentaba, pues hasta la época del desarrollismo nuestra villa
era como un pueblo donde todo el mundo se conocía. Aún más, esta debe ser la
única tienda portugaluja donde en el toldo consta la palabra “ultramarinos”,
palabra añeja que ya no usamos desde hace muchos años. En el interior también
hay algunas cosas no menos añejas: una vieja silla de madera donde se sentaba
la madre de la actual dependienta y aún hoy las personas de cierta edad, los
viejos azulejos blancos, o unas figurillas de San Cristóbal y la Virgen de
Begoña, que tienen 50 años, y ahí siguen. Qué no habrán visto desde su pequeño
pedestal.
Pero vayamos ya con los orígenes de este comercio, que están en Felicitas
Becerra Castrillón (“Feli” para los del barrio), nacida en 1940 en Becerreá
(Lugo), y en su marido, Benito García López, nacido en 1934 en Villademor de la
Vega (León). Feli llegó a Portugalete en 1958, y como tantas jóvenes, con 18
años se puso a servir en una casa de Las Arenas como cocinera. Por su parte
Benito, que hoy cuenta 90 abriles, con 10 años llegó al barrio gallartino de
Las Calizas, donde ya vivían sus tíos. Al casarse con Feli se trasladó a
nuestra villa.
En 1971 le propusieron a Feli, en principio como un simple favor, que
regentara una diminuta tienda que ya existía en Abátxolo desde 1965 al menos,
cosa que hizo, sin saber que ese favor le llevaría a permanecer en esa tiendita
(de la que hoy hablamos) buena parte de su vida. Tiempo después Benito dejó su
trabajo en Astilleros Zamacona (Santurce) y se unió a su mujer para llevar
ambos la tienda. Por aquel entonces esta era muy pequeña, y hacia 1991 el
matrimonio derribó el tabique que la separaba de la trastienda para aumentar el
espacio del comercio, y así ha llegado hasta hoy.
Benito dejó la tienda en 1999, siguiendo en ella Feli hasta 2009, cuando se
jubiló con 69 años. Entonces cogió el testigo su hija, Encarnación García
Becerra (“Encarni”), nacida en 1965 a escasos metros, en la calle La Vid; si
bien desde que era muy niña ya ayudaba en la tienda y aprendía el oficio, como
hemos visto en otras muchas tiendas de barrio.
La amable Encarni me cuenta cómo en la década de los 70 y 80 todos se
conocían en el barrio y los clientes no faltaban. Ha visto cómo va
desapareciendo la generación anterior a la suya, y cómo muchos de los que un
día conoció jóvenes, hoy viven sus últimos años en residencias. Todos estamos
de paso... Ahora –dice- la gente compra más en los grandes centros comerciales
y las pequeñas tiendas de comestibles sólo venden lo necesario para el día a
día. Se gana lo justo, trabajando siete días a la semana. Encarni calcula que
cerrará la tienda dentro de 10 años, y presumiblemente ya no volverá a abrir,
pues no hay relevo generacional. Desaparecerá una entrañable tienda de barrio,
el querido ultramarinos de Abátxolo, y se cerrará una página de la historia de
Portugalete.
Aitor González Gato.
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