La mayoría de los que subimos o bajamos
por la “calle nueva” vemos un edificio que se dedica actualmente al CIP (Centro
de Iniciación Profesional) y al CEPA (Centro de Educación de Personas Adultas)
sin fijarnos en su portada. A primera vista parece que ha sido un edificio
religioso, pero sus símbolos quedan muy altos y la vista no los aprecia bien.
Voy a intentarlo. Como he comentado en
otro artículo, este edificio fue construido en 1901 para que sirviese de
convento a los frailes agustinos que fueron los profesores de las “Escuelas de
Dª Casilda de Iturrizar”, que están anexas. El convento se dedicó a Santo Tomás
de Villanueva, fraile agustino arzobispo de Valencia en el siglo XVI. Cuando le
hicieron santo, le dieron el apodo de “El limosnero”.
Por eso, en la portada aparece la imagen
de un arzobispo con su mitra, un libro en la mano derecha en referencia a la
frase “Tolle lege” (Toma, lee) de San Agustín y una bolsita para dar limosnas
en la izquierda. Debajo de la escultura hay un corazón roto por la mitad
atravesado por una flecha y echando fuego por arriba. Aparece escrito con
letras góticas lo que parece ser el lema de este arzobispo: “In ómnibus
charitas” (en todo caridad).
Encima de la estatua hay una escultura que
probablemente representa el tornavoz o sombrero que había encima de los
púlpitos para que la voz del predicador no se escapase hacia las bóvedas. Santo
Tomás tenía fama de ser un buen predicador.
A los lados de esta escultura hay unos
azulejos en los que están impresos entre unas ramas de parra una especie de
escudos de la orden de San Agustín. No son escudos nobiliarios como los que describe
muy bien José Luis Garaizabal. En el de la izquierda aparece un libro abierto
en el que una pluma escribe “Tolle lege”, encima un mitra de obispo de la que
cuelgan enredadas varias ínfulas, un báculo y un crucifijo que se cruzan detrás
del libro y encima de la mitra un corazón ardiendo. El modelo moderno sería
esta reproducción.
En el de la derecha vuelve a verse una
mitra con sus ínsulas, detrás de la cual se cruzan un crucifijo y una especie
de soporte con un espejo dentro de un sol. Debajo hay una bolsa con dinero o
joyas y encima dos cúpulas.
A pesar del destrozo de la guerra todos
estos elementos se conservan perfectamente. Sólo desapareció la cruz que
culminaba la portada cuando en 1950 reconstruyeron el convento y pusieron el
alero a la segunda planta.
TASIO
MUNARRIZ
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