En otra entrada
de este blog, Tasio Munarriz trató el tema de los “niños de la guerra”
evacuados a Rusia. Hoy traemos la historia de uno de aquellos portugalujos, que
completaremos los próximos días, con la información que nos ha facilitado su
hijo José Antonio Soto.
Eugenio Soto López
nacido en Gallarta, que bajó a la Villa, en 1917, con 17 años, donde se casó
con la carranzana Gumersinda Palacios, vivía en 1937, en la calle de San Roque,
con seis hijos de 12, 11, 9, 8, 6 y 5 años y sus suegros.
Las
circunstancias de la guerra y su desarrollo, ante la inminente caída de la
Villa en poder de los sublevados, hizo que el matrimonio tomara la decisión de
enviar al segundo de sus hijos con el contingente de niños que el Gobierno
Vasco evacuaba al extranjero para protegerles de la guerra.
Nuestro
protagonista, Eugenio Soto Palacios, tenía 11 años cuando el 12 de junio de
1937 es embarcado en el buque Habana con bandera de la Cruz Roja rumbo a
Francia. Tras un incidente con el crucero Cervera que se soslayó por la
actuación del buque escolta del Habana perteneciente a la Royal Navy, y
acurrucados en cubierta unos contra otros, llegaron a Burdeos.
Desde aquí
partieron con destino a Leningrado en el buque Sontay, de bandera francesa con
tripulación de Indochina. Pertenecía a una compañía dedicada al transporte y
venta de fieras cazadas en las selvas tropicales con destino a circos y
zoológicos. La travesía fue un calvario por las malas condiciones de la bodega
donde viajaban, infestada de parásitos de los animales y plagada de ratas.
Durante el viaje y en medio de una fuerte tormenta cerca de Alemania, se
enteraron de que Bilbao había sido ocupada.
A su llegada a
Leningrado el día 22, arropados por una gran manifestación de afecto, les instalaron
en una escuela donde tras bañarles, despiojarles, y vestirles con ropa nueva, pudiendo
comer en condiciones, aunque a algunos no les llegó a gustar en aquel momento
el caviar. La sociedad soviética realizó múltiples solicitudes de adopción pero
se mantuvo el deseo de que no se dispersaran, manteniéndoles en grupos con el
fin de no perder el sentido de identidad.
De Leningrado fueron
a Berdiansk, a orillas del Mar Negro, donde pasaron el verano, para después ser
trasladados a Moscú, instalándoles en una mansión de la élite de la época
zarista, que fue llamada “la casa de niños nº 12” .
Con el comienzo
escolar se les practicó exámenes para ver su nivel y a Eugenio se le estableció
en el Curso 2º, que suponía tres años de retraso escolar respecto a los alumnos
soviéticos.
Las noticias
que recibían de la Guerra Civil en España y también de los movimientos de
anexión que se estaban produciendo en Europa eran poco esperanzadoras. En el
verano de 1938 les llevaron a una granja agrícola del estado en Ajlebinino-Kaluga
y con la noticia de la caída de la República española se desvanecieron las
esperanzas de volver a casa.
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