martes, 11 de mayo de 2021

125 AÑOS DE LA INAUGURACIÓN DEL TRANVÍA ELÉCTRICO PIONERO EN ESPAÑA, QUE FUNCIONÓ HASTA 1964, DESDE SANTURCE A BILBAO

 


Las sardineras que iban en carretas a vender su pescado a la ciudad marcaron el camino a seguir al primer tranvía eléctrico que se puso en marcha en España. La línea Santurce-Bilbao se inauguró el 1 de febrero de 1896, hace 125 años. Realmente hay que matizar que como servicio de transporte ya funcionaba desde 14 años antes, en cierta manera, también siguiendo el ejemplo de las populares vendedoras santurtziarras. Un primer tranvía empezó a realizar un recorrido similar en 1882, pero entonces no como tren eléctrico, sino tirado por mulas, que empujaban un vagón a través de un precario trazado ferroviario.

Una exposición con 25 fotografías rememora ahora el éxito de aquel primer transporte sostenible que entró en servicio en España, y también su decadencia hasta su desaparición en 1964. La muestra puede disfrutarse de manera gratuita hasta el 24 de marzo en la estación del metro en el Casco Viejo y ha sido organizada por el Gobierno vasco en coordinación con el Museo Vasco del Ferrocarril, perteneciente a Euskotren, y Euskal Trenbide Sarea.

Como remarca el propio título de la exposición, Euskadi fue pionera en la apuesta por la movilidad eléctrica, aunque el director del Museo Vasco del Ferrocarril, Juanjo Olaizola, reconozca que los valores ecologistas no movieron a sus promotores, «que no sabían ni lo que era eso».

Entonces el transporte era privado y las empresas buscaban el beneficio. Por eso cuando en 1888 se inauguró el tren entre Portugalete y Bilbao, la “Compañía Bilbao-Santurce”, que gestionaba el tranvía, se planteó innovar para sobrevivir y apostó por electrificar el recorrido. Aunque la renovación no le saliera bien. Eligió una tecnología que le dio tantos problemas que la propia empresa acabó desahuciada. Pero los empresarios Amann y Víctor Chávarri la reflotaron y, con el sistema de Frank J. Sprague, conocido como el padre de la tracción eléctrica, el 1 de febrero de 1896 el nuevo tranvía entre Santurce y Bilbao se hizo realidad. Poco después, el 10 de noviembre de ese mismo año, el servicio saltaba de margen con la línea entre Bilbao y el barrio getxotarra de Las Arenas (donde también existía un sistema tirado por mulas desde 1876) y el 16 de marzo de 1897 esta misma línea se prolongaba hasta Algorta.

En el resto del país tomaron buena nota de este avance histórico en el transporte de viajeros y mercancías. «San Sebastián, que entonces era la ciudad de veraneo de la Corte, incorporó el tranvía en 1897. Al año siguiente se inauguró en Madrid y al otro en Barcelona», recuerda Olaizola.

Por el medio de Bilbao

El éxito fue incontestable, entre otras razones porque, a diferencia del tren, el tranvía circulaba entre las calles de Bilbao. Salía de la plaza de San Nicolás y enfilaba por Hurtado de Amézaga para llegar a Basurto a través de la actual Autonomía. Y desde allí por el todavía camino a Zorroza llegaba a Barakaldo por Lutxana, y a Sestao, Portugalete...

El resultado era tan bueno que pronto proliferaron trenes eléctricos también para superar pronunciadas pendientes. Como el que subía a los montes Ullía (1902) e Igeldo (1912), ambos en San Sebastián. O el funicular de Artxanda en Bilbao (1915) o el de La Reineta en Trapagaran (1926).

La tecnología era buena, limpia y, además, duradera. «Con un buen mantenimiento, aguantaba lo que se quisiera», asegura Olaizola. Pero «la virtud se convirtió en defecto», y sucumbió a la irrupción mundial de la moda del autobús, «mucho más contaminante, pero moderno y deslumbrante». En Europa y Estados Unidos ya desde los años 30 el tranvía entró en decadencia. En España tardó más, a partir de la década de los 40, pero el de Bilbao todavía transportaba a 15 millones de personas al año cuando dejó de circular. «Fue un error tremendo porque hubo que comprar autobuses de dos pisos, mucho más contaminantes, pero entonces lo del medio ambiente sonaba a chino y todo el mundo quería moverse en autobús y, cada vez más, en su propio coche».

 JOSÉ DOMÍNGUEZ
EL CORREO, 9 marzo 2021



 

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