Durante
la guerra carlista, iniciado el sitio, el 9 de agosto de 1873, la Cruz Roja
hizo acto de presencia en Portugalete organizando un hospital provisional en la
farmacia de Lejarreta, para atender a los heridos que se fueran produciendo
durante el conflicto.
Posteriormente
la autoridad militar liberal consideró que el edificio de Benigno Salazar
reunía las mejores condiciones para ser convertidos en hospital.
El primero de noviembre se efectuó el traslado
de enfermos y enseres a la citada casa torre de Salazar y se responsabilizó su
gestión a Juana Zavalla, viuda, por un sueldo de diez reales diarios. Se le
confiaron bajo inventario ropas, enseres y muebles. La premura con que se
eligió a la responsable y la falta de especificación de sus obligaciones hizo
que Juana pusiera una serie de condiciones a la corporación municipal para
seguir ejerciendo su cargo. Ante la ausencia del alcalde Manuel Otaduy, le
correspondió a su segundo, Bernardino Icaza, decidir sobre la conveniencia o no
de la exigencias de Juana Zavalla. Icaza las consideró improcedentes y ante la
perentoriedad que exigía el caso nombró para el cargo a Isidra Bernaola e informó al ayuntamiento sobre esta decisión. La
corporación aprobó por unanimidad la decisión del teniente alcalde.
Tras
la entrada de los carlistas la corporación decidió volver a utilizar para
hospital militar la casa de Benigno de Salazar, así como el antiguo civil. El
14 de marzo de 1874 se albergaban doscientos heridos en los dos hospitales y
debido a la insuficiencia de plazas se estableció la asociación de La Caridad
que habilitó nuevas camas en la casa de la viuda de Epalza, en las últimas
cinco casas del Muelle Nuevo y en la casa de Moratini, equipándolas con enseres
procedentes de la fonda de Aguirre.
Una
vez recuperada la villa por los republicanos se siguieron utilizando los dos hospitales
existentes y dado que la villa se encontraba en tal estado de pauperismo se
recurrió a las dos vecinas citadas anteriormente. Juana Zavalla realizaba la atención hospitalaria a enfermos y
heridos en su domicilio particular, pagándoles por su servicio, que en determinado
caso incluyó el servicio de enterrar a la persona a la que atendía.
Por
su parte Isidra Bernaola, asistía a
los enfermos tanto en sus propias casas como en el hospital. Les proporcionaba
alimentos a cargo del ayuntamiento. El 26 de julio de 1874, Isidra cobra 40 reales por realizar
labores de amortajamiento y quema de ropas y enseres de fallecidos por la
viruela.
La
foto superior de finales del siglo XIX, además de mostrarnos la iglesia con su
pórtico y torre totalmente restaurados, a la derecha la casa de Salazar
utilizada de hospital militar durante la guerra carlista.
Recordamos
que Jaime Villaluenga, trató este
tema en su trabajo La sanidad y la
beneficencia de Portugalete a mediados del siglo XIX. (Ver BDP)
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