martes, 29 de octubre de 2019

ANTONIO GARRIDO GONZALEZ, EL PRIMER PALANGRERO JARRILLERO (1863-1937)



En una entrada anterior veíamos como en la tragedia acaecida en 1907 que se llevó la vida de los cuatro tripulantes del bote JOVEN JOAQUIN, se salvaron sus compañeros del otro bote cuyo patrón era Antonio Garrido.

Este personaje es considerado como el introductor de la pesca del palangre en la Villa. Nacido en Fuengirola, en una de las escalas que su barco hizo en nuestro puerto, hacia 1889, decidió afincarse aquí para desarrollar su actividad de pescador comunicando a su mujer que se viniera y le trajera las artes de pesca que allí utilizaba para el palangre.
Junto con su mujer Margarita Gutiérrez Díaz, granadina 11 años más joven y dos hijas vinieron otros familiares y aquí completaría su prole con otras dos hijas más. La hija mayor se casaría con el sobrino del Niño Cádiz.
Sin saber leer ni escribir, ya que su única dedicación desde pequeño había sido la pesca en la costa malagueña, estableció la base del palangre en el muelle Viejo, donde se traía la pesca capturada y se ordenaba el aparejo que es la operación de “alistado” y después el “encarnar”, para el día siguiente salir a la mar entre las dos y las tres de la mañana, pues tenía mucha importancia la hora del alba.
Era gente de mucho temple y valor para enfrentarse a la mar y vivir de tan escasa recompensa. Ese “quiñón”, como ellos llamaban a la parte a cobrar del resultado de la venta de la pesca, unas veces era aceptable y otras muy bajo. Se repartía según el número de tripulantes, una parte para cada uno de ellos y doble para el patrón, así como otra parte para la embarcación (limpieza, arreglos mecánicos, etc.).
Si en las grandes tragedias que sacudieron a la gente de mar portugaluja, como la del naufragio de la lancha Joven Joaquín, en 1907, o la del Julia en 1926, con cuatro muertos en ambos, se encontraba él presente consiguiendo escapar de la borrasca y llegar al muelle Viejo, fue este mismo lugar, donde tantas horas había pasado, testigo en 1937, retirado ya por sus 74 años, donde encontró la muerte.
Era el 12 de mayo, y la aviación italiana bombardeaba la Villa. Pasó por la dársena descargando su mortifica carga con dos muertos junto a los cargaderos, otros cinco tripulantes del submarino republicano C-6 fondeado en el dique y en el muelle Antonio, cuyo cuerpo quedó partido por la mitad al igual que su bastón.
Su rostro ha quedado para la posteridad en un cuadro de su convecino Higinio Polo, y que su nieta Juana Mari Ponce Garrido nos ha permitido reproducir, además de facilitarnos algunas de las informaciones precedentes.


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