Revisando los archivos del Elai Alai, la sociedad portugaluja que quizás mejor mantiene sus archivos, en gran parte digitalizados y en disposición de que puedan ser consultados por los investigadores, nos hemos encontrado con el nacimiento de la primera Comisión de Fiestas, formada por Sociedades portugalujas y que fue pionera de este tipo de Comisiones en Bizkaia.
En la década de los 60 la tradicional bajada de San Roque, que partiendo de la campa del Santo constituía el regreso de los romeros hasta la Plaza había ido perdiendo su carácter original. La juventud realizaba la bajada en medio de un gran apelotonado desorden con empujones y carreras que ya no convencían a nadie.
Portugalete había pasado de unos 10.000 habitantes en 1940 al triple en 1964, con lo que una parte de la población era ajena al carácter de la fiesta y dado su gran contingente de emigrantes de otras provincias españolas, que seguía creciendo, desconocían el verdadero carácter de la misma que tenía lugar en torno a las notas del txistu y bailes como la jota.
En 1964 el Elai Alai se decide a su recuperación e invita a participar a grupos amigos de otros pueblos como el Euzko Lorak o Itxas Gane realizando la bajada al final de forma ordenada y diferenciada.
Al año siguiente y ante la posible suspensión de la bajada en las fiestas de San Roque se lanza una propuesta al resto de las sociedades portugalujas para su organización mediante una Comisión de Fiestas que como hemos dicho probablemente fue pionera en Bizkaia.
Se involucra al Ayuntamiento quien dedica un presupuesto de 40.000 ptas con las que se confecciona un programa que incluye Alarde de Txistularis, concursos de Jotas y de Cuadrillas, juegos infantiles, etc. Participan cuatro cuadrillas de blusas locales, Alai Alai, Jatunak, Bizi Alai y Lora Barri (creado ese año), y otras tres de Sestao, Urioste y Baracaldo, además de la banda de Cartón del Resbalón, otorgando el primer premio a las de Elai Alai y Eusko Lorak de Sestao.
Esta iniciativa, que no dejó de recibir críticas por supuesto colaboracionismo con el ayuntamiento franquista, cuajó y en años sucesivos dio un buen resultado como organización popular de las fiestas, siendo el modelo adoptado en la mayoría de los pueblos.
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