lunes, 21 de mayo de 2018

HACE DOS SIGLOS. INCIDENTE EL DIA DE SAN JORGE DE 1818 EN LA VISITA DE NUESTROS MOJONES




Según nos envía Joseba Trancho desde Santurtzi, el próximo 2 de junio van celebrar su día de los mojones, siguiendo la antigua tradición que se daba en el pasado en todos nuestros pueblos.

En este caso nos invitan a todos a asistir a una recreación con personajes vestidos de época que representan a los que tomaban parte en estos eventos, como alcaldes, notario, concejales, etc. y tomando como base algunos mojones situados en el Serantes.

Esto nos da pie para recordar una de las visitas que hizo nuestro ayuntamiento en 1818 a los mojones que teníamos junto a la iglesia de Santurtzi y que  "casualmente" se celebraba el día de San Jorge, el 23 de abril.

Dejamos que lo cuente Mariano Ciriquiain:

Tradicionalmente en la mañanita de ese día el Alcalde salía de la Casa Consistorial de la Villa acompañado del Sindico, el Escribano y el Ministro Alguacil, con la vara en alto. Con solemnidad de ceremonia se dirigían los cuatro, por el camino de Santurce, a la iglesia parroquial del Concejo vecino. Llegaban hasta bajo las goteras del templo. El Ministro Alguacil mantenía en alto la vara. Hasta allí llegaba su jurisdicción. 
Los santurzanos que estaban congregados a la entrada de la iglesia esperando la hora de la misa del Santo Patrono, los mirarían con visible enojo.
-Estos de Portugalete son el demonio –dirían-. Ni en el día de la fiesta del pueblo nos dejan en paz.
El alguacil, la vara siempre en alto, les devolvería la mirada con desenfado de superioridad. Ni un paso menos. Allí mismo, bajo las goteras, llegaba la Villa. Luego se corrían hasta el mojón próximo, y después al pretil de la plazoleta. Todo era suyo. Restos de un pasado esplendoroso.
De vuelta, pasaban de nuevo bajo el límite que ponían las aguas pluviales que vertía el tejado de la iglesia. Una cola de miradas torvas seguía al cortejo hasta que se perdía de vista. Una vez en Portugalete, el Escribano extendía una diligencia en el Libro de Acuerdos de la Corporación haciendo constar haberse celebrado el acto posesorio, en presencia de varios testigos se Santurce, sin protesta alguna.
Ese año de 1818 al llegar el cortejo con el alcalde a la cabeza don Félix Joaquín de la Sota, al llegar a la casa de doña Rita de Salcedo, el Sindico del Concejo santurzano les vino al paso, con tono autoritario diciéndole a nuestro alcalde:
-Baje vuesa merce la vara.
Los de la Villa les contestaron con desplante; el caso no era para menos, y siguieron su camino con la vara en alto.
A la entrada del puente obligaron al cortejo a nueva detenida. Mas esta vez no era el Sindico quien les mandó parar, sino el alcalde del Concejo en persona, seguido del Escribano, del abogado Gutiérrez, de Cabieces, varios regidores y una multitud de gentes cuyo número no bajaba de 200 personas de ambos sexos. Esto ya era peor. El de Santurce insistió cortésmente a su compañero de Portugalete que bajara la vara. Pero intervino el picapleitos de Cabieces diciendo que no debía invitar, sino mandar; estaba en su jurisdicción. El alcalde de la Villa defendió su derecho invocando varias Reales Cartas Ejecutorias. Pero no le valió. Le contestaron manifestándole que valían menos que un papel mojado o una bula vieja. Se agrió la discusión. El abogado Gutiérrez era el que atizaba el fuego, quizás buscando el pleito. Acalóranse unos y otros. Y el Alcalde del Concejo, perdiendo toda conciencia de su responsabilidad se arrojó sobre el de Portugalete y le arrancó la vara de las manos entre aclamaciones y rechiflas de la gente agavillada con aparato tumultuario. Todo un pueblo contra cuatro. Y en su casa.
 Los de Santurce no estuvieron bien. Hay otra manera de hacer las cosas.

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