martes, 5 de julio de 2022

VERANOS DE 1983 Y 1984, CUANDO NOS VISITARON LOS KARINDAS

 


La segunda entrega de Ángel Comonte titulada “El maravilloso mundo del circo en Portugalete” en la que nos hablaba de un grupo de “funambulistas parecidos a los hermanos Bordini” llamados Karindas, que nos visitaron en los años ochenta, me ha hecho recordar que presencié una de aquellas actuaciones de las que tenía el vago recuerdo de que “algo pasó”.

Abusando de la amabilidad de mi amigo Mikel Otxoa Eizagirrele he pedido que me busque en la hemeroteca de El Correo alguna reseña sobre aquellos arriesgados muchachos. Con la diligencia que le caracteriza me envió cinco artículos correspondientes a los años 1983 a 1987.

En 1983, la edición de Álava, nos daba unas pinceladas en un artículo titulado “Karindas: Seis vidas pendientes de la buena voluntad y el equilibrio” contándonos como el marroquí Omar Said seguía la tradición circense de cuatro siglos ya que sus antepasados fueron los primeros funámbulos del mercado de Tánger y como desde 1620, la dinastía Omar ha bailado sobre un incalculable número de cuerdas flojas y siempre sin medidas de seguridad.

Omar Said nació en Tánger y debutó con 8 años junto a su padre, Hassan, en el Circo Price, y ha practicado todas las modalidades de funambulismo circense: ojos tapados sobre el cable, trapecio colgado de una moto. En 1983 ya estaba preparando a su hijo de 9 años. Él se había caído en Astorga, en 1982, fracturándose ambas piernas, lo que le obligó a estar 8 meses sin poder trabajar y por lo tanto, sin ganar un duro. Tuvo que vender su casa de León y los muebles para poder seguir adelante. Abandonó el circo y el grupo de los Bordini, para dedicase al espectáculo ambulante, viviendo únicamente de la voluntad de los espectadores a los que al final de los espectáculos, “pasaban la bolsa o el balde”.

Estos locos de las alturas tenían en aquella época el record en 300 metros de altura, ya que realizaron su número en el Tajo de Ronda. La troupe creció con la incorporación de los burgaleses Oscar Fernández, como piloto de la moto Bultaco Alpina roja, Juan José Martín, quien se colgaba del cuello y bajaba a 120 km/h desde la torre de una iglesia hasta los postes metálicos de amarre, y Mohamed Dani.

En Portugalete actuaron al menos dos veces, durante las fiestas de 1983 y1984. A ese año corresponde la imagen de Solaguren de El Correo, con un pie de foto ilustrativo de lo que a mí me sonaba que pasó durante el espectáculo. Tras partir de la zona de la antigua estación del tren, la moto y el trapecista se dirigieron cable arriba hasta la altura del reloj de la torre donde por algún fallo mecánico, los artistas pasaron un “mal rato” de más de un cuarto de hora. Al final, todo se solucionó y, con extremada precaución, pudieron regresar a la base del cable situado junto al muelle portugalujo. Además del contratiempo, ya bajo control, “Los Karindas” ofrecieron distintos números de equilibrios sobre el cable. Todo un recital de emociones fuertes con “happy end”.

Terminamos ilustrando esta entrada, con imágenes de sus actuaciones. Dos funambulistas se cruzan en las alturas (Gaceta 1983). Oscar pilotando la moto, mientras Juan José y Omar mantiene el equilibrio en el trapecio (1983), otra de Vitoria (1983) desde las alturas y en la cuarta, a Abderramán revisando las sujeciones de la moto, antes de ser retirada del alambre por solicitud de la comisión de fiestas de Bilbao, que prefería que el espectáculo no cruzase la carretera del puente del Arenal (1987) desde un árbol hasta el rascacielos de Bailén. Ellos, por si acaso, tenían el plan B que consistía en instalar el cable hasta la torre de la iglesia de San Nicolás pues solo habían actuado un día.

El año anterior (1986), uno de los componentes, el burgalés Julián de la Horra (35 años), había fallecido en Madrid al caer desde 6 metros cuando se deslizaba a 70 km/h colgado del pie y haberse roto la correa de sujeción. Los hermanos Abderramán, Mustafá y Said, así como la esposa de este último, Concha Prieto, que hacía de gerente, presentadora y animadora del público para que se rascase los bolsillos, Michel (13 años) y Luciano (motorista), apostillaban: “esto no consiste en que te guste o no te guste, ni lo piensas, es algo que te llama. Esto es una tradición familiar que hay que continuar”. Y todo, por la voluntad. 

JOSE LUIS GARAIZABAL



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