La segunda entrega de Ángel Comonte titulada “El maravilloso mundo del circo en Portugalete” en la que nos hablaba de un grupo de “funambulistas parecidos a los hermanos Bordini” llamados Karindas, que nos visitaron en los años ochenta, me ha hecho recordar que presencié una de aquellas actuaciones de las que tenía el vago recuerdo de que “algo pasó”.
Abusando de la amabilidad de mi amigo Mikel
Otxoa Eizagirrele he pedido que me busque en la hemeroteca de El Correo
alguna reseña sobre aquellos arriesgados muchachos. Con la diligencia que le
caracteriza me envió cinco artículos correspondientes a los años 1983 a 1987.
En 1983, la edición de Álava, nos daba
unas pinceladas en un artículo titulado “Karindas: Seis vidas pendientes de
la buena voluntad y el equilibrio” contándonos como el marroquí Omar Said seguía
la tradición circense de cuatro siglos ya que sus antepasados fueron los
primeros funámbulos del mercado de Tánger y como desde 1620, la dinastía Omar
ha bailado sobre un incalculable número de cuerdas flojas y siempre sin medidas
de seguridad.
Omar Said nació en Tánger y debutó con 8
años junto a su padre, Hassan, en el Circo Price, y ha practicado todas las
modalidades de funambulismo circense: ojos tapados sobre el cable, trapecio
colgado de una moto. En 1983 ya estaba preparando a su hijo de 9 años. Él se
había caído en Astorga, en 1982, fracturándose ambas piernas, lo que le obligó
a estar 8 meses sin poder trabajar y por lo tanto, sin ganar un duro. Tuvo que
vender su casa de León y los muebles para poder seguir adelante. Abandonó el
circo y el grupo de los Bordini, para dedicase al espectáculo ambulante,
viviendo únicamente de la voluntad de los espectadores a los que al final de
los espectáculos, “pasaban la bolsa o el balde”.
Estos locos de las alturas tenían en
aquella época el record en 300 metros de altura, ya que realizaron su número en
el Tajo de Ronda. La troupe creció con la incorporación de los burgaleses Oscar
Fernández, como piloto de la moto Bultaco Alpina roja, Juan José Martín, quien se
colgaba del cuello y bajaba a 120 km/h desde la torre de una iglesia hasta los
postes metálicos de amarre, y Mohamed Dani.
En Portugalete actuaron al menos dos
veces, durante las fiestas de 1983 y1984. A ese año corresponde la imagen de Solaguren de El Correo, con un pie de
foto ilustrativo de lo que a mí me sonaba que pasó durante el espectáculo. Tras
partir de la zona de la antigua estación del tren, la moto y el trapecista se
dirigieron cable arriba hasta la altura del reloj de la torre donde por
algún fallo mecánico, los artistas pasaron un “mal rato” de más de un cuarto de
hora. Al final, todo se solucionó y, con extremada precaución, pudieron
regresar a la base del cable situado junto al muelle portugalujo. Además del
contratiempo, ya bajo control, “Los Karindas” ofrecieron distintos números de
equilibrios sobre el cable. Todo un recital de emociones fuertes con “happy end”.
Terminamos ilustrando esta entrada, con
imágenes de sus actuaciones. Dos funambulistas se cruzan en las alturas (Gaceta
1983). Oscar pilotando la moto, mientras Juan José y Omar mantiene el equilibrio
en el trapecio (1983), otra de Vitoria (1983) desde las alturas y en la cuarta,
a Abderramán revisando las sujeciones de la moto, antes de ser retirada del
alambre por solicitud de la comisión de fiestas de Bilbao, que prefería que el
espectáculo no cruzase la carretera del puente del Arenal (1987) desde un árbol
hasta el rascacielos de Bailén. Ellos, por si acaso, tenían el plan B que
consistía en instalar el cable hasta la torre de la iglesia de San Nicolás pues
solo habían actuado un día.
El año anterior (1986), uno de los
componentes, el burgalés Julián de la Horra (35 años), había fallecido en
Madrid al caer desde 6 metros cuando se deslizaba a 70 km/h colgado del pie y haberse
roto la correa de sujeción. Los hermanos Abderramán, Mustafá y Said, así como
la esposa de este último, Concha Prieto, que hacía de gerente, presentadora y
animadora del público para que se rascase los bolsillos, Michel (13 años) y
Luciano (motorista), apostillaban: “esto no consiste en que te guste o no te
guste, ni lo piensas, es algo que te llama. Esto es una tradición familiar que
hay que continuar”. Y todo, por la voluntad.
JOSE LUIS
GARAIZABAL
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