miércoles, 1 de noviembre de 2023

LA INAUGURACIÓN DEL CEMENTERIO DE PANDO EN 1878




 
El 6 de marzo de 1878, se inauguró el actual cementerio de Pando, lo cual nos lo recuerda José Luis Garaizabal, que ya en una entrada anterior nos habló del fin del cementerio viejo que estaba tras la iglesia en Las Canteras. 
Su aportación de hoy es la siguiente:
Las reducidas dimensiones del cementerio situado tras la iglesia, obligaron a localizar unos terrenos para asentar el nuevo cementerio. No sería hasta 1877, cuando se aprobó su situación en unos terrenos propiedad de Ignacio de Larrea (Cuatro Estradas) y Juan de Durañona.
Tras haber encargado un proyecto al arquitecto bilbaino, Severino de Achúcarro, este entregó dos planos, uno con la portada y otro fechado el 15 de Enero de 1873 en el que se plasmaba la planta del cementerio con sus zonas de enterramiento y el diseño de la capilla. Los acontecimientos debidos al sitio carlista y los consiguientes daños sufridos por la villa, obligaron a dejar el nuevo cementerio en segundo plano, aunque en 1875 se retoma el asunto pero eliminando de momento la capilla y la portada.
No es hasta 1877 cuando “por imprescindible necesidad” se pone en marcha el proyecto y tras las expropiaciones de los terrenos citados, se comienza su cercado con las tapias que han llegado hasta nuestros días, incluyendo un cementerio para disidentes en su interior y la erección de la portada.
Acabados estos trabajos, se acomete la construcción del depósito de cadáveres y la cava de todo el terreno, redactando las condiciones facultativas y económicas de la capilla. Esta labor la realizó un nuevo arquitecto, Atanasio de  Anduiza en 1879, pero en base al diseño de Achúcarro.
El día 2 de Febrero de 1878, se fijaron los actos para solemnizar la inauguración, acordando construir dos ataúdes con el fin de conducir algunos restos del cementerio viejo,  “adornándolos con la decencia que de suyo exige un acto tan solemne y que para llevar los lazos se les invite a los Sres. D. Ramón de Durañona, D. Francisco de Carranza, D. Félix de Chávarri, D. Remigio de Careaga, D. Timoteo Calvo, D. Antonio López, D. Dario del Valle y D. Juan de Cabieces”.
Se invitó al Cura Párroco, “para que haciéndolo público, revista aquel acto toda la solemnidad debida y que señale la hora que crea más oportuna”.
“Igualmente invitó a los Sres. Mayordomos de las Cofradías de San Nicolás, San José, San Crispín, Nuestra Sra. Del Rosario y alumbrado del Santísimo, por si tenían la bondad de facilitar las hachas de las respectivas cofradías gratuitamente para el acompañamiento”.
El día 6 de Marzo, “a las tres de la tarde, se realizó el traslado desde la Iglesia Parroquial, precedidos del Clero Parroquial, acompañado de esta Corporación Municipal, hachas de todas las cofradías y la inmensa mayoría del vecindario”.
“Enseguida de haber llegado, se colocaron dichos ataúdes frente a la portada en ambos lados y penetrándose el Clero parroquial y fieles en el nuevo cementerio, se rezó la letanía frente de la cruz que se hallaba colocada en el centro, procediendo acto continuo a bendecir por el Sr. Cura Párroco, D. Manuel Remigio de Urizar, que se hallaba revestido de preste. Terminada la bendición, se volvió hacia la portada del expresado cementerio y se introdujeron en él los dos ataúdes, uno en pos del otro en idéntica forma en que antes habían sido conducidos y después de rezar las oraciones acostumbradas, fueron inhumados en el segundo cuartel de la izquierda junto al camino que divide por el centro y los dos cuarteles de aquella parte”. 
Cinco años después y cumplido el tiempo legal para la exhumación de cadáveres, se cavó todo el cementerio viejo, trasladando los restos de los portugalujos fallecidos entre 1809 y 1878. Para solemnizar este nuevo traslado, en 1883, se construyó un panteón sobre el terreno en el que se inhumaron los dos ataúdes mencionados. Hemos intentado localizarlo, pero solo queda la verja diseñada, rodeando dos parcelas en la primera zona junto a la puerta de entrada, hoy al parecer abandonadas (61 y colindante). Parece ser que pudo más el dinero de la venta de los solares que el recuerdo de los portugalujos fallecidos en el siglo XIX y que acabaron en la huesera y el panteón, vaya usted a saber.
 Buena ocasión para recordarles, con una lápida o algo más suntuoso. 
A partir de ese año empezaron la conducción de los cadáveres hasta Pando, entonces en las afueras del pueblo, como muestra la foto de uno de ellos que encabeza estas líneas.
Publicado el 6 de marzo 2014 





No hay comentarios:

Publicar un comentario