jueves, 28 de junio de 2018

LA SAGA PORTUGALUJA DE LOS BAZAN




Ahora que se acerca el día grande de la Virgen de la Guía, nos viene a la memoria la copla popular de la calle Coscojales donde decían que no les faltaba nada para vivir: 

Guitarras donde Bazán

txakoli donde María,

también tenemos Patrona

que es la Virgen de la Guía. 

De esta última patrona ya hemos hablado muchas veces en este blog, igual que de María, la de Casa Vicente, que suministraba txakoli tanto tinto como blanco de Bakio localidad de origen de su marido, pero nos queda por recordar al primero de ellos, Bazán el de las guitarras.

Gregorio Bazan Vallejo, un riojano de Albelda nacido en 1853, llegó a Portugalete en la década de los 80 del siglo XIX y se estableció como comerciante, casándose con Norberta Larracoechea Maidagan, once años más joven procedente de Gueñes con la que tuvo ocho hijos.

En su comercio de ultramarinos situado en el entonces nº 6 de Coscojales, actual nº 4, incorporó, por su relación con un representante valenciano, la venta de lo que anunciaba como “guitarrería valenciana”, con variedad de instrumentos de cuerda, guitarras, bandurrias, bandolinas, con todas sus piezas y componentes de repuesto que exponía en el escaparate del establecimiento. Además en su parte trasera tenía alquilado el terreno tapiado donde actualmente está el batzoki, con entrada por el cantón, donde almacenaba género o servía para dar buena cuenta de unas botellas de vino al son de viejas canciones jarrilleras.

Eran años en que la villa era el centro comercial y festivo de todo su entorno y donde la música predominante corría a cargo de los corros de bailes con guitarras, bandurrias o violines siendo su establecimiento un referente en toda Bizkaia en la venta de estos instrumentos musicales.

Aunque sin adscripción política conocida, se recuerda una anécdota muy comentada entonces con motivo de elecciones a Cortes que nos la recordaba Julio Gutiérrez Lumbreras:

Eran los años postreros del siglo XIX. Se celebraban elecciones de diputados a Cortes, y con este motivo se había entablado un reñido pugilato entre los dos candidatos que se presentaban por el distrito de Valmaseda. Ambos representaban el poderío industrial de Vizcaya. Se trataba del señor Martínez Rivas, fundador de la factoría “La Mudela”, y del preclaro hijo de la Villa don Víctor de Chavarri. En la lucha establecida por los dos partidos se llevó la pasión política a extremos insospechados, y dándose cuenta de aquella situación crítica nuestro comerciante dando pruebas de su agudo ingenio, reclutó a una cincuentena de votantes, todos ellos de condición humilde, y hubo de encerrarlos bajo llave en aquella alegre prisión en las primeras horas de la mañana del día de la elección, no sin antes proveerles de bacalao en abundancia, pan y sendos garrafones de vino, y en tanto transcurrían las horas entre cantos, bocadillos y frecuentes libaciones en el interior de aquella improvisada cárcel, el buen comerciante, convertido en árbitro de la contienda, decidió el triunfo de la elección de la Villa a favor de la candidatura de don Víctor de Chávarri. Una vez consumado el “negocio”, nuestro hombre hízoles entrega de una bonita suma de dinero, en partes proporcionales a cada uno de los recluidos y poniéndoles en libertad fuese cada uno a su casa cantando de alegría, y el buen comerciante llenóse de gozo al proporcionarles aquel pequeño caudal, al par que había obtenido para su candidatura un gran triunfo político.

A pesar de su larga prole, algunos murieron jóvenes, otro maquinista naval, y con un cierto carácter aventurero otros se fueron a hacer las Américas. En el salón familiar destacaba la foto de uno de ellos, Francisco, a caballo en un rancho americano con su pistolón al cinto.

En la foto superior aparece el matrimonio con dos de ellos. La de la derecha su hija pequeña Antonia Bazan Larracoechea (n. 1900) sería quien continuara el negocio casada con Antonio Álvarez Gibello (n.1901).

Con la llegada de la guerra, el establecimiento de ultramarinos fue saqueado y destrozado, por lo que finalizada la misma al matrimonio Álvarez Bazán, que pertenecían al bando perdedor, les resultó muy difícil mantenerlo acabando por cerrarlo. La foto inferior recoge a Antonia y a su marido con su hijo Roberto (n.1930) y su hija Begoña (1931-2018) que fueron los que siguieron la saga siendo conocidos como los de Bazan, que destacaron por su militancia socialista y que son a los que hemos conocido.



Roberto, que nos ha facilitado las fotos, fue dos años presidente del Club de fútbol Portugalete, por indicación de Doroteo Pinedo a quien no le dejaban presentarse al cargo, fue uno de los fundadores del grupo de danzas BERRIZTASUNA y salió elegido concejal en el primer ayuntamiento democrático, continuando posteriormente en otras dos legislaturas.

Por su parte su hermana Begoña, se casó con Eduardo López,“Lalo”, con el que coincidía además de un fuerte carácter en su convicciones socialistas y ambos siguieron viviendo en la calle Coscojales. Fue una gran compañera que complementaba la actividad política clandestina del dirigente socialista, guardando propaganda política, y acogiendo a políticos como Felipe González, y otros en su domicilio donde debatían sus proyectos mientras ellas les facilitaba tanto comida como sitio para dormir.

En 1967 en pleno estado de excepción y tras la huelga general en Bizkaia, ambos son detenidos y desterrados. Mientras él es enviado a un pueblo de Almería, ella junto con Ramón Rubial, es trasladada a Las Hurdes en Cáceres.

En 1974, el matrimonio acudió al congreso del PSOE en Suresnes (Francia) donde Lalo apoyó a Felipe González, con quien entraría en la ejecutiva del partido a nivel nacional, además de ser presidente del PSE de Bizkaia. En las primeras elecciones generales de 1977 consiguió el acta de diputado.

El matrimonio tuvo un hijo, Patxi López, que seguiría su trayectoria política, empezando en las Juventudes Socialistas, y llegando a lehendakari del Gobierno Vasco y presidente del Congreso de los Diputados.

















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