martes, 19 de marzo de 2019

EL RELATO DEL FIN DE SEMANA: AH! PORTUGALETE, CÓMO ÉRAMOS






Día triste, nublado y oscuro,... llovizna pero no llega a sirimiri y nadie lleva paraguas.

Escribo en una tarde de las que aquí, en Tarragona, llaman "de carajillo y siesta" ó sea de quedarse en el refugio doméstico esperando al sol. Los que salen visten de chaquetón y bufanda.

Sí, sí, leeos bien, quienes ayer iban casi en manga corta por los veinte grados que tuvimos, hoy, tras ver anoche los informativos meteorológicos que decían que iba a refrescar, han salido de esa guisa. Se han envuelto.

Es de locos, hay quince grados sin viento, vamos como para ir en americana, pero a quien va en jersey, lo miran pensando que será la última vez.

Tarragona, ah!, cómo somos: calles y ramblas vacíos, tomar una caña en alguna terraza, las panaderías-pastelerías-cafeterías (todo junto) para una conversación de tarde, sin niños jugando al aire libre,...

Ah! Portugalete, cómo éramos: el paseo dominical por el Muelle y hasta La Punta, los conciertos de la Banda de Música en la Plaza, el pintxo y el chiquiteo en cuadrilla  -lo más importante-, los baños en la playa (sí, teníamos playa) y, después, en la rampla del Muelle Viejo, los ratos bajando el retel desde las escaleras del Muelle de Hierro para coger karramarros, las tertulias en la "fábrica de tubos", ver a los guardias en los cruces de El Cristo y el de Carlos VII con G. Castaños (¿dónde quedó el tranvía?), Abaro y la Calle Nueva, la parada para curiosear el poste de gasolina frente a la Casa de los Tres Portales, la blanca ermita de San Roque y el verde puesto de Merche, las coles de prospectos de la programación semanal de los cines, las partidas de canicas delante de la iglesia de la Divina Pastora -ahora ajardinado-, las mañanas dominicales en bote de remos para pescar panchitos, algún jibión y hasta alguna lubina "a la cacea", las partidas de ajedrez donde Oliver (C/Sta. María esquina al cantón), las competiciones de atletismo en el campo de San Roque, las meriendas de "pan ázimo" de los recortes que sobraban a las Clarisas, los desafíos con las trompas -sin coronilla, eh?-, los disparos del balón en el "embarrenazo" contra el muro de Savín, las aceitunas negras de Justo en El Metro y sus pintxos "de todo",... seis, siete, ocho, nueve, diez,... años y la calle era nuestra.

Sí, hacíamos antigua vida social de calle. Sin tablets ni móviles. Conociendo. Saludando.

Aunque cayeran chuzos de punta.

 Martintxu


No hay comentarios:

Publicar un comentario