jueves, 29 de octubre de 2020

LA CONFORMACION DEL ULTIMO TRAMO DEL MUELLE VIEJO ACTUAL

 


Días atrás analizamos la fotografía del segundo “dique”, de 1931, construido antes de 1888 en sustitución del muelle viejo original con motivo de la llegada del ferrocarril a la villa. La llegada del tren supuso la construcción de una estación provisional y un pabellón para refugio de las locomotoras donde se harían los trabajos de calentamiento matutino y mantenimiento, y junto a él, un depósito de carbón (creo que le llamaban “la carbonera”) que impregnaba con su polvo y humos las casas cercanas.

Hoy José Antonio Soto nos muestra una nueva fotografía, de 1927, perteneciente a los fondos de la Autoridad Portuaria que corresponde al derribo de aquel pabellón, vías y tapias de cierre una vez construida la estación terminal junto a la plaza en 1890. Aquel espacio se transformó en la plazuela de la estación y vamos a analizar esta nueva foto, junto con la inferior, ya conocida, de los mismos trabajos.

En la podemos destacar a la izquierda la verja de la puerta que permitía cruzar desde el Muelle Viejo (antiguamente muelle de Vallecilla y hoy, Manuel Calvo) hasta el dique. En 1893 y 1894, los vecinos de la zona solicitaron se construyese una pasarela o puente metálico sobre las vías dada su peligrosidad. Como se ve en la foto y lo que luego conocimos, todo quedó en buenas palabras pues el paso fue a nivel de las vías. Junto al nuevo muro que se empezaba a levantar con los ladrillos reciclados, aparcaban los vagones mientras esperaban un nuevo viaje.

Al fondo, el apeadero que nuestros mayores bautizaron como de La Canilla, con una pequeña edificación qué en mi época de viajero a Bilbao por motivos estudiantiles, albergaba los mecanismos de los cambios de agujas y del nuevo sistema que creo denominaban como “bloqueo automático”. En el centro de la imagen, el edificio propiamente dicho del apeadero con la leyenda “PORTUGALETE” dado que no hicieron caso al Ayuntamiento. A continuación, la visera protectora de hormigón sobre el andén dirección Santurtzi y encima, el muro de contención que fue necesario construir para contener las tierras y rocas que amenazaban las vías en el momento de abrirse el túnel. Resulta imponente el corte en la roca hasta la altura de la carretera que Ciriquiain llamaba “peña herbosa” y tras las casas, “la campa de los apuros”.

La antigua plaza ya había visto desaparecer la finca de Ibarreta y la “casa de emigrantes” y solo quedaba la antigua torre, cuyos últimos propietarios fueron los Monte. Tenía la particularidad de ir reduciendo su superficie a medida que se subía un piso. Justo a la derecha de la foto asoma la casa, qué por su forma, llamaban “del ataúd”. Un estrecho camino conducía a la nueva estación que en aquel momento estaba rodeada por una alta valla de madera.

Ya en la zona derribada, unos obreros trabajan entre los escombros seleccionando material para reciclar y a la derecha, otro sentado limpiando ladrillos con una piqueta mientras un chaval posa para el fotógrafo apoyado en el poste.

Tras la tapia, una pequeña tejavana de tablas para proteger a los canteros que estarían tallando las piedras de la nueva estación.

En la fotografía inferior, correspondiente a los mismos trabajos, nos ofrece la imagen inversa. Los obreros trabajan, ante la atenta mirada de la chavalería, entre los materiales del derribo donde destacan por su tamaño, los que probablemente fueran los sillares de la puerta de la finca de Ibarreta. Nuevamente vemos en primer término la torre de Monte, seguida de una pequeña construcción y la “casa del ataúd”. Vigilando las obras y el paso por las vías, un alguacil uniformado (hubo en su día un atropello en las vías). A continuación, la casa que fue propiedad del doctor Marcos de Escorihuela que ya había sido recrecida dos pisos. Casa donde estuvo la hornacina de San Nicolás.

En lo alto, la siempre monumental parroquia con su elegante pórtico y el mirador desde el que partía y parte el camino de bajada hasta el muelle viejo.

Siguiendo con la parte ferroviaria, y con el ayuntamiento y el puente como magnífico telón de fondo, vemos la calle encorsetada por el muro y la verja de la estación. Como tope de las vías, el antiguo edificio del fielato con el imponente eucalipto que crecía en el andén. Y difuminada, la estatua de Víctor Chávarri. Elegante, la estación proyectada por Pablo de Alzola, a la que arribó el tren en 1890, y a su derecha los almacenes y cocheras con los vagones aparcados junto a la antigua valla de madera. 

JOSE LUIS GARAIZABAL



 

 


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