miércoles, 8 de febrero de 2023

RECUERDOS DEL OJILLO (8): EL Nº 12

 


En una entrada anterior Pedro Llinares nos habló de LOS LLINARES DEL OJILLO EN LOS AÑOS 50 DEL SIGLO PASADO, y relataba todos los vecinos que en aquellos años vivían en esta casa del Ojillo construida junto al convento de las Siervas de María en 1947.

Hoy completamos el tema con los recuerdos de Juanfer López Markaida, quien nos dice que esta casa fue construida por cuatro socios, tres socios industriales, un albañil, un electricista y un fontanero y como socios capitalistas los hermanos Alejandro y Fermín López Najera.

Estos se quedaron con dos pisos y con las dos lonjas, actualmente ocupadas por Oscar Atillo, de Fisioterapia y el bar restaurante El Txangurro.

En la de este último metían los Hnos López Nájera el camión de 9,8 tns de color rojo, marca REO y un FOR Thames Trader para reparto de vino a granel como mayoristas que eran, en envases de madera, barriles, (110 L), cuartas (325 L), pipas o bocoy (640 L), pellejos (88 L), garrafones (16 L), y un coche Mercedes descapotable negro con capota de tela negra abatible manualmente. También llegó a meter allí Antonio Puente su moto.

El camión de reparto llevaba conductor y ayudante. El chófer Eustaquio Hormaetxea, alias Gernika, pues era de esa villa y su compañero Alberto Comunión Gómez, cuñado de mi aita Fermín. La maniobra para meterlo en aquella lonja tenía su punto de dificultad por la anchura y largura del vehículo que le hacía tener que meter el morro en la acera de enfrente para coger ángulo de giro y retroceso. El tabique del fondo en la lonja daba al patio trasero de comunidad y una ventana lateral a un patio interior común a otra lonja que en 1951 estaba la academia San Antonio.

En el Ojillo entonces había poco tráfico. Además de dichos vehículos, algún camión como el de trasportes BIOK de Dioni Urrutia de la tienda de coloniales del nº 5, las camionetas de reparto de Sirimiri y Berriatua, o el camión de Carmelo Acha descargando en la bodeguilla y poco más. Aparte de algún burro con su basto, el carro de Herminio el carbonero y eso sí el que no faltaba a la cita de la mañana y de la tarde el autobús de Gallarta 

Posteriormente en esta lonja, López Nájera montó el bar restaurante El Ojillo y puso al frente del mismo mediante el pago de un alquiler a Marcelino Macho, hijo de Arsenio que explotaba el bar El Kilómetro.

En la lonja superior Antonio Puente, exfraile y maestro de primaria, tras múltiples impedimentos del Ayuntamiento presionado por los frailes menesianos, la escuela pública y el Patronato del Carmen, alquiló la lonja por 150 pts al mes y al de pocos años cogió el primero izquierda donde nosotros vivíamos pasando entonces al otro piso, el tercero derecha.

Tras la historia de la Academia San Antonio, y a la muerte de “Don Antonio”,  los dueños Hnos López Nájera le vendieron en 1991 la lonja al recordado Prudencio Torres Sertucha.

Pruden continuó el negocio de colchonería de Ambrosio Saitua Sangroniz natural de Sopelana que llegó al Ojillo en 1953, con su mujer Luciana Arteta de Urduliz y sus tres hijos.

A Ambrosio en el nº 10 le recuerdo peleando con la lana de oveja para su confección y aquellas telas listadas colores rojas y blancas o azul y blancas, sin que fueran sus hijos Juan o Jesús quienes lo continuaran sino Pruden.

A Pruden que murió hace dos años y a Ambrosio  los incluimos en la foto superior del Ojillo.


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