martes, 11 de agosto de 2015

RECORDANDO A NUESTRA GENTE: LOS CORSARIOS



El corso siempre existió como una de las respuestas más comunes en la guerra contra un país enemigo, y en nuestra Villa eminentemente marinera, también se ha practicado.
Recurriendo al Diccionario Biográfico Portugalujo que estamos confeccionando y al que se puede acceder desde una de las pestañas de este blog, encontramos al primero de ellos Pedro de Bilbao, en el siglo XV, y que nos puede servir de muestra de los marinos portugalujos de aquel siglo que actuaban tanto como mercaderes, maestres o corsarios según la ocasión. Este, tras ser atacado y robado por un pirata francés, creó una pequeña armada y se dedicó al corso para así resarcirse de las pérdidas sufridas.
Sin embargo no es hasta el siglo XVIII cuando la actividad de nuestros corsarios adquiere una dimensión digna de tenerse en cuenta, cuando la cantidad de corsarios y las empresas en que participan aumentan hasta convertirlo en una ocupación casi “cotidiana”.
Normalmente los armadores de las fragatas corsarias eran bilbaínos, aunque en sociedad de varias personas para minimizar los daños posibles en una empresa tan arriesgada, y las tripulaciones las componían gentes de las más diversas procedencias, Andalucía, Asturias, Génova, … pero, invariablemente, todos los mandos y cargos de alguna importancia eran asumidos por los marinos de nuestros puertos, fundamentalmente portugalujos.
Si el corsario más importante fue Francisco de Berriaga, muerto en acción en 1741, la fragata corsaria más famosa y temible fue la Nuestra Señora de Begoña, más conocida por El Marte Vizcaino, y que tuvo de capitanes además del citado a Manuel Álvarez, Juan de Zurbaran y en 1746 a Bartolomé de Mendivil.

Aunque nuestros antepasados no eran piratas, sino corsarios, (con “carta de corso” emitida por el monarca de turno) y ambas dedicaciones eran muy parecidas debemos dejar constancia que a los oficiales apresados se les dispensaba un buen trato y hasta aparecen como invitados en las casas de los armadores cuyas fragatas los habían capturado, o contratados para trabajar en Bilbao, e incluso se alistaban como corsarios pero en naves vizcaínas.

Este tema se puede consultar en las obras In insula maris, y La marina en Portugalete de Goio Bañales, o en Los servicios militares de la N.V. de Portugalete de O. Arenillas, estos últimos en el libro Portugalete en la Edad Moderna: tres estudios monográficos. Este último sin digitalizar, lo que nos recuerda la necesidad de un proyecto por parte municipal para su acometida.
      También aprovecho para dejar constancia, como ya le comenté personalmente a nuestro querido amigo Goio, que el Diccionario Biográfico se ha enriquecido con los descubrimientos realizados por él en sus investigaciones, y que nosotros trasladamos muchas descripciones suyas literales.

Mi reflexión final es porqué en el callejero portugalujo que ha dado cabida a gentes o a nombres diversos, no tienen un hueco alguno de estos portugalujos, quizás más importantes que otros con placa.



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