La primera vez que se
reconoció en España el sufragio femenino fue en la Constitución de 1931 de la Segunda República, aunque las elecciones a Cortes de ese año se realizaron por sufragio universal masculino, a las mujeres se les reconoció el derecho al sufragio pasivo, por lo que
pudieron presentarse como candidatas. Salieron elegidas tres mujeres, Margarita
Nelken, Clara Campoamor y Victoria Kent.
En dichas Cortes se planteó la concesión del derecho al voto a las mujeres y en los
debates se evidenció gran diversidad de opiniones. Mientras Victoria Kent se
oponía, no por cuestión de capacidad de las mujeres sino de oportunidad, porque
en su opinión la mujer carecía en aquel momento del "fervor y sentimiento
republicano" y que su voto suponía un peligro para la República, Clara
Campoamor defendía la necesidad inmediata de incorporar a la mujer, ya que según
constataba en sus actos públicos acudían en mayor número que los hombres.
A pesar de la abstención del 40% de los diputados los votos a favor (incluían a
las derechas) superaron a los negativos.
Así como el
Presidente de la República había recibido miles de firmas a favor de la
Iglesia, Clara Campoamor pediría posteriormente firmas de toda España para apoyar a las mujeres.
Según vemos en
el SALUDA de agradecimiento que remitió desde el Congreso Clara Campoamor al
alcalde de Portugalete, este le había enviado pliegos de firmas de homenaje a la
mujer recogidas en la Villa.
Al igual que ella
constataba la mayor participación de mujeres que hombres en algunos actos
públicos, en la foto inferior, enviada por Luis Casas, correspondiente a la entrega de premios de la Escuela
de Artes y Oficios del curso 1931, vemos que el número de mujeres era superior
al de hombres.
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