viernes, 17 de enero de 2020

VERANO 1947: PORTUGALETE EN FIESTAS



Con este título se abría el Programa de fiestas del año 1947, que comenzaban la víspera de Santiago para acabar el domingo 21 de setiembre.
El arranque de las fiestas lo anunciaba la Banda Municipal de Txistularis que acompañados de las Comparsas de Gigantes y cabezudos recorrían todas las calles de la Villa.
En las fotos de ese año que encontramos en los fondos de Julián Olano, aparece una de los cabezudos en la calle Coscojales, con José Luis Barbolla, Manolo Lavín y Julio Olano. Rodeados de la chavalería también están Osoro, Jesús Cuesta, Joaquín, Santi “el feo”, Sixto San Martín, Pablo Escudero, Andoni, Antonio San Martín, Juanma Sopeña, Garmendia, Elias Inchausti y Alejandro “Piti”.
Si en Santiago no podía faltar la cucaña y los fuegos artificiales, el mes de agosto empezaba con un GRAN FESTIVAL DE VESTIDO BARATO y la IV GRAN PRUEBA CICLIOACUOPEDESTRE, para el siguiente fin de semana ofrecer el PRIMER SELECTO CONCIERTO DE ORGANO en la iglesia a cargo de D. Marcelino Idoyaga que se completaría con una GRAN VERBENA EN LA PLAYA DE LA VILLA, amenizada por la banda de Música y altavoces, corriéndose para terminar un TORO DE FUEGO. 
El domingo se celebraba la IV TRAVESIA A NADO Y UNA REGATA DE BOTES DE ESTAMPA A VELA.
La festividad de la Patrona comenzaba la víspera con la Salve y Tamborrada, y desde primeras horas de la mañana, según decía el programa, “la típicas cuadrillas de blusas con su buen humor característico, recorrerán las calles de la Villa, así como las Banda de Música, Chistularis y Dulzaineros, tocando alegres dianas”.
La segunda foto que seleccionamos es la de la cuadrilla en que figura Julián Olano, con otros portugalujos, como los Rovira, Carranza o Gutiérrez Lumbreras, acompañados de su propio txistulari con las mujeres llevando una cesta con comida mientras los hombres se encargaban de que no faltara el vino con un garrafón de reserva. Otros detalles nos hablan de la forma de divertirse entonces.
Vemos que las cuadrillas estaban preparadas para afrontar con alegría en aquellos duros años de posguerra la fiesta de San Roque que se anunciaba al día siguiente con un chupinazo a las 7 de la mañana y el correspondiente ENCIERRO DE VAQUILLAS.


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