martes, 13 de febrero de 2024

REIVINDICANDO EL NOMBRE DE UNA MUJER: CASILDA ITURRIZAR

 

 

La noticia la he encontrado en la prensa: Se han programado visitas guiadas nocturnas para conocer la historia y el patrimonio de la Villa, dirigido principalmente a estudiantes y abiertas a la ciudadanía y a los visitantes.

Con ese titular la idea me pareció acertada, aunque a continuación al seguir el artículo periodístico, sentí como una patada en las tripas, al describir el recorrido desde el edificio de la antigua estación hasta el convento de Santa Clara, (para mas comodidad utilizando las escaleras mecánicas), se cita…el palacio de Manuel Calvo, la Casa natal de Juan Antonio Zunzunegui, y la Casa Ramón Real de Asúa.

30 años divulgando la historia jarrillera desde la Fundación El Abra y la Colección el Mareómetro, para esto. Sin que nadie, ni en las instituciones, grupos feministas, o en la gente de la cultura, se inmuten.

Aunque sea predicar en el desierto, no me resisto a volver a recordar brevemente la figura de Casilda Iturrizar una mujer de origen humilde, hija del cochero de la familia Epalza, que se casó con el capitalista Tomás de Epalza, el del palacete con capilla en el Muelle Nuevo, y al quedarse viuda sin hijos decidió repartir su fortuna en obras sociales.

Para favorecer al pueblo cedió parte de su finca para abrir una calle que uniera la parte baja con General Castaños. Una calle Nueva que al morirse en 1900 y volver a tener en cuenta a la Villa en su testamento, se rotuló como agradecimiento, con su nombre de Casilda Iturrizar (que en la actualidad muchos se lo sustituyen por calle o cuesta de las maderas).

Pues bien en su testamento dejó cantidades para el Asilo de San Juan Bautista, la parroquia de Santa María y otros, además de su deseo de que se construyera a sus expensas en sus terrenos que están contiguos a la citada calle, “un edificio para escuelas de niños y que la enseñanza sea gratuita para todos los pobres y también para los obreros”, bajo la dirección de los agustinos, así como cierto capital para el sostenimiento de dichas escuelas.

En 1902, se constituyó la “Fundación Escuelas de doña Casilda Iturrizar, viuda de don Tomás José de Epalza” y el edificio que se levantó fue un gran complejo conventual y docente, con aulas, vivienda para los religiosos, capilla, …

Las escuelas conocidas siempre como de Doña Casilda o de los agustinos, hicieron una gran labor social durante décadas, hasta que tras su destrucción en la guerra civil y su reconstrucción posterior, a mitad del siglo XX los nuevos rumbos sociales la hicieron cambiar de función con usos polivalentes.

En 1972, al final de la dictadura, se cede el uso de las aulas al Ayuntamiento dando clases en ellas maestros nacionales, con un requisito de “que en todo caso deberá mantenerse siempre el actual nombre oficial de ESCUELAS DE DOÑA CASILDA ITURRIZAR” y que en 1986 un decreto del Gobierno Vasco dispuso su desaparición.

En 1966, el alcalde Esparza y el Instituto Nacional de Previsión de Vizcaya firman un contrato de arriendo y en sus dependencias encontramos desde un ambulatorio de la Seguridad Social, cuarto de socorro, guardería infantil o una “Escuela de Subnormales” que atendía problemas de deficiencia psíquica  y físicos.

Esta escuela que estuvo funcionando durante unos años, empezó a denominarse, sin ninguna declaración oficial que sepamos, como Ramón Real de Asúa, quizás por la amistad que el alcalde había tenido con él, cuando era Delegado Provincial de Auxilio Social por F.E.T. y de las J.O.N.S. aunque en su casa según me comentó su hijo “Juanito” a quien reconocimos por su donación de fotografías familiares, nunca se supo de esta “distinción”. Algo parecido a la deferencia de Esparza con la alcaldesa de Bilbao, Pilar Careaga dando su nombre a un nuevo centro escolar en Zubeldia en 1973.

Por todo lo anterior volvemos a repetir que el edificio, que se utiliza en estos momentos para EPA, Kzgunea y otros menesteres, se debe recordar por respeto y agradecimiento a nuestra benefactora, no como casa de Ramón Real de Asúa, sino como edificio de Casilda Iturrizar.

Finalmente aprovechamos para señalar que las cuatro estatuas que en la actualidad adornan el Paseo de la Canilla, fueron un encargo suyo al escultor Adolfo Areizaga (1848- 1918), representando las cuatro estaciones del año en forma de tres figuras masculinas y una femenina, con sus trajes tradicionales vizcaínos y estaban destinadas al mausoleo del matrimonio.

Por si las guías que hagan las visitas quieren más información sobre el tema, les recomendamos consultar en la Biblioteca Digital Portugaluja, los trabajos siguientes:

EL EDIFICIO RAMON REAL DE ASUA DE PORTUGALETE. Roberto Hernández Gallejones.

NOMBRES PERSONALES EN CENTROS PÚBLICOS DE PORTUGALETE, José Manuel López Díez.

 


 

2 comentarios:

  1. José Manuel López Díez15 de febrero de 2024, 18:42

    En mi opinión, Casilda Iturrízar ya tiene bastante homenaje con el nombre de una calle y la lápida de la foto. En cuanto al edificio, creo que también está suficientemente identificado con el número 8 de la calle Casilda Iturrízar. O sea, que no necesita un nombre específico. Bastaría con que le pusieran el número.

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  2. Sobre las estatuas de Areizaga, representando las 4 estaciones, son dos hombres y dos mujeres.

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