viernes, 26 de junio de 2015

PEDRO MADARIAGA RECALDE (1903-1970)


 Si hace unos días hablábamos de Mª Vivanco Fernández, hoy traemos también la biografía de su marido Pedro Madariaga Recalde, que será quizás el único portugalujo que pasó por los campos de exterminio nazis de Mauthausen y Dachau y volvió con vida.
Nació en la casa de sus abuelos en Bermeo, para a continuación venir a la Villa, donde estudió náutica pues su padre era propietario de dos barcos.
Trabajaba en los remolcadores Ibaizabal y al caer Bizkaia tuvo que exiliarse cayendo en manos de los alemanes que dado los informes que desde Portugalete recibían de ser un individuo desafecto al régimen, le internaron en campos de exterminio.
Tras esa traumática experiencia y no pudiendo volver a España, navegó en buques de la compañía Mac Andrew, con nacionalidad inglesa, con lo cual cuando llegaban a nuestro puerto podía visitar a su familia, hasta que se legalizó su situación y tras doce años de exilio volvió a Portugalete y a su trabajo en los remolcadores donde le aceptaron con las manos abiertas.
Hacia 1962 Pedro escribió una especie de diario en el que reflejó los aconteceres por los que pasó durante tres años y siete meses en varias cárceles, campos de prisioneros y dos campos de concentración alemanes en la segunda Guerra Mundial.
Del manuscrito que nos dejó su hija, Loli Madariaga, que ocupan trece folios de ordenador, Tasio Munárriz ha hecho el siguiente resumen:

Después de hacer la guerra en el remolcador “Arin Mendi”, en abril de 1939 navegó en barcos neutrales. El 2 de octubre de 1941, siendo 2º 0ficial del “Jon” Panamá salió de Lisboa con un cargamento general para Dublín.
El día 5 unos hidroaviones alemanes hundieron el barco y los tripulantes embarcaron en dos botes. Un pesquero francés al servicio de los alemanes les llevaron a Ile de Croix. Pasaron por los campos de prisioneros de Lorient, Nantes, San Bostell y Wester Tinker, las cárceles de Bremen, Coblenza, Franfort, Hannover, Nurember y Munich.
Por fin, el 14 de agosto de 1942 llegaron a Mauthausen. Pedro contaba en su escrito todas las penalidades que sufrió personalmente (torturas, accidentes, hambre, etc.) y las desapariciones de compañeros, sobre todo judíos, probablemente asesinados, desgracias que no hace falta repetir porque las sabemos todos por otros testimonios tan de fiar como los de Pedro. De allí salió pesando 45 kg. con una talla de 1,79 m.
El 8 de noviembre llevaron a los inválidos y enfermos en unos vagones para caballos de un tren de mercancías para Dachau. Los más catastrofistas creían que les llevaban al “picadero”, pero resultó un campo mejor que el anterior. Tratado médicamente de sus heridas, llegó a pesar 65 kg.
Todo terminó el 29 de abril de 1945 cuando las tropas americanas llegaron a Dachau. Salió el 26 de mayo y llegó a Biarritz, a casa de un amigo suyo y de su padre. En Paris consiguió la autorización para pasar a Inglaterra y el 17 de octubre llegó a Londres porque quería embarcarse otra vez para ganar un dinero con el fin de enviárselo a su esposa, María Dolores Vivanco, que le esperaba en Portugalete.
Pedro terminaba parte de su escrito diciendo:
“Así doy fin a esto, perdonando todo, pero lo que no puedo es olvidar, pues a veces me recuerdo, sobre todo cuando alguno hace alguna mención de los campos, pues en mi vida había pensado que habría seres humanos que mataban a la gente de la forma que se hacía y dejar un tren en la vía lleno en los coches de prisioneros para evacuar y morirse todos de hambre en Dachau como otras cosas …”
Pedro reclamó varias veces la indemnización del gobierno alemán que le correspondía por haber estado ingresado en dos campos de concentración, pero la respuesta siempre fue negativa porque la había reclamado (31 de mayo de 1960) fuera de plazo (1 de abril de 1958).


Según su hija, una última tramitación de un abogado de París, consiguió que se le concediera una importante cantidad y una pensión, cuya notificación llegó ocho días después de su muerte.


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