lunes, 29 de abril de 2019

RIÑA ENTRE PORTUGALUJOS Y SANTURZANOS A CUENTA DEL LEMANAJE, EN 1841





Portugalete ha sido fundamentalmente un puerto a lo largo de su historia y como tal en múltiples ocasiones asistió a las típicas riñas entre marineros no pudiendo faltar las que se dieron con sus vecinos de Santurtzi debido a tradicionales rivalidades y rencillas. El incidente que recogemos hoy que se remonta a 1841 y tuvo lugar con motivo de un lemanaje, nos lo cuenta Roberto Hernandez Gallejones en su trabajo titulado Una trifulca en el puerto de Portugalete en 1841.

La versión de los portugalujos era “que por la tardecita del día domingo, 27 de junio de 1841, observando que un barco quechemarín se presentó en el Abra, en dirección a la barra para verificar su entrada”, se embarcaron en una lancha de la Cofradía de San Nicolás, propiedad de Manuel del Fuego, que estaba junto al dique, tomando el gobierno de la embarcación Sandalio de Urioste, llegando hasta “el punto de la Piquera, próximo a dicha barra”, con el fin de ayudar al buque.

En este momento advirtieron que el barco viraba hacia la bocana de la Ría, tratando entonces de retirarse, creyendo que no deseaba entrar con aquella marea. Al poco rato el quechemarín volvió en dirección a la barra, regresando a su encuentro para auxiliarle, y fue en ese preciso instante cuando se les adelantó otra lancha comandada por Antonio Marucino de Músques, de Santurce , privándoles así de ganar el derecho de lemanaje o de practicaje.

Según los santurtziarras, la embarcación portugaluja les siguió hasta el Castillo de la Plaza, y en este tránsito no cesaron de ofenderles “con palabras escandalosas, feas, denigrativas y tan impropias, que resultan de la deposición de los testigos, como son coño, carajo, puñetero y ladrón, y con amenazas de que lo pagaría”, sin haberles dado el menor motivo. Y luego de regreso a casa, tras pasar el “punto del telégrafo, y antes de llegar a la caseta del Morro”, le amenazaron diciéndole que lo pagaría “lloviéndole encima tal nube de piedras y sobre dicha lancha, su costado y cercanías, que fue una particular dicha que no tocare a alguno de sus tripulantes, pues en defecto habría sufrido grave sentimiento por la gravedad de las piedras y furia que llevaban”.

Sandalio por su parte reconoció que alguno de sus tripulantes al no seguir el orden para socorrer al navío se quejó, y otro que se hallaba en la proa, “hizo la demostración de aplicar su mano al juego del otro brazo, que comúnmente llaman corte de mangas, y entonces fue cuando algunos de los compañeros, profirieron en despique las voces de carajo, puñeteros”.

Los hombres buenos de ambas partes, emitieron su veredicto absolviendo a los acusados, quienes se debían comprometer a no ofender al señor Músques, quien tendría que satisfacer las tres cuartas partes de las costas del juicio. La otra cuarta parte restante la abonarían los encausados “en consideración a las expresiones torpes e impropias de la buena educación y en desagravio de la vindicta pública”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario