lunes, 8 de junio de 2020

JORGE SAVIN FERNÁNDEZ (1914-1973). EMINENTE MÉDICO GINECÓLOGO


Estamos ante un médico que destacó en el campo de la cirugía ginecológica, y si muchos portugalujos le recuerdan por su clínica del Ojillo, compañeros que trabajaron con él tanto en la sanidad pública, en Portugalete como el Dr. Ángel Alday o los que lo hicieron en Libia, le consideraron una verdadera eminencia en el quirófano.

Había nacido en Gallarta y como muchos otros portugalujos “bajaron del monte” para establecerse en la Villa. Su abuelo, un ingeniero de minas italiano, Antoni Savinni, había venido a trabajar aquí donde casado con una joven vascofrancesa, creó la familia Savin o Sabin, según el gusto de cada descendiente. Y su padre Federico Savin Echevarne (1885-1968) casado con Ángeles Fernández García (1888-1979) nacida en Santurce, se preocupó de que su hijo pudiera seguir su vocación por la medicina enviándole a estudiar a Valladolid.

Jorge destacó ya en sus estudios de medicina con notas muy brillantes y fue allí donde le sorprendió el estallido de la guerra civil, siendo incorporado a los servicios médicos de batallón de requetés Tercio de Begoña donde fue herido en el pecho por la metralla de una bomba.

Quizás al ser hospitalizado en el Hospital de San Juan Bautista conoció a la que luego sería su mujer Guadalupe Barroso González de Durana (1917-1995) que prestaba servicios de enfermera. Hija de Rodrigo Barroso Tuduri con tienda de zapatos en la calle del Medio y luego otras de tejidos, había nacido en La Arboleda poco antes de que la familia se trasladase a la Villa. En el recuerdo familiar quedó el hecho de que en los primeros años del siglo Dolores Ibarruri “La Pasionaria” estuviera sirviendo en su casa.

Tras casarse, ya con el título de médico, estableció en 1942 su consulta de MEDICO TOCOLOGO, en su domicilio de la calle San Roque nº2.

En estos años 40, teniendo como comadrona a la popular Josefa Arostegui, ayudó también a venir al mundo a muchos portugalujos. Al margen de sus fuertes convicciones religiosas, ayudando a muchos de sus pacientes que no disponían de medios, pronto destacó por ser un gran profesional.

Tras los primeros años de consulta en su citado domicilio, la trasladó al muelle Nuevo, a la casa que tenía su compañero José Mª de Iturriaga que ejerciendo en Sestao vivía en el chalet Villa San José del Ojillo con su madre, y quien a finales de 1949 al jubilarse quiso volver a vivir al Muelle, pasando Savin al Ojillo donde viviría con su familia y establecería su Clínica de Maternidad.

En 1950 obtuvo por concurso la plaza de facultativo especialista del Seguro Obligatorio de Enfermedad en la especialidad de ginecología y al inaugurarse el Hospital de Cruces prestaría allí sus servicios. Igualmente fue jefe del hospital de maternidad de Castro.

Su vocación de ayuda a todo el mundo, sobre todo a los más necesitados, hizo que junto con su amigo Angel Alday y el pediatra Zubimendi, promovieran la creación en Ortuella de lo que empezó siendo Dispensario antituberculoso, el primer centro de salud de la localidad. Allí se volcaron de manera altruista, sin cobrar nada a cambio, en atender a la gente más humilde de la zona minera.

Tras su etapa en la Clínica del Ojillo, cuyo último parto que asistió fue en 1964 con Mª Carmen Mendizabal esposa de su compañero Angel Alday, su vida dio un cambio total dedicando su experiencia a salvar vidas en uno de los países africanos con el sistema de salud más atrasado como fue el entonces reino de Libia, donde no tenían ni un solo médico de origen libio.

Allí luchando contra una cultura atrasada y en ocasiones inhumana, comenzó en la Clínica INAS realizando un trabajo serio. Enseguida destacó en su entorno profesional siendo nombrado director del Hospital Central de Tripoli, teniendo a su cargo médicos egipcios, yugoslavos y españoles.

En aquel cargo, con su prestigio profesional, sus conocimientos de idiomas, árabe, inglés e italiano y su personalidad humana, se relacionó con las primeras autoridades del país (en una carta a su hija les hablaba del rey como muy amable aunque enfermo), que le concedieron la nacionalidad libia obligándole a profesar el islam, un verdadero castigo para un hombre católico como él, devoto de la virgen de Begoña, de rezo diario del rosario, obligado a no poder entrar en la iglesia y a hacer el ramadán en el trabajo. Aceptó la situación recordando lo que le decía su madre: “Un hombre debe saber sufrir en silencio”.

En 1969 se produjo la revolución militar de Gadafi, con fuerte represión y expulsión de los numerosos extranjeros que había en el país, manteniéndole a él al frente de la sanidad como base para establecer un eficiente sistema de salud público y gratuito.

Ya para entonces había empezado a sufrir problemas de salud que paulatinamente fueron a más y a pesar de que era consciente de que debía dejar de trabajar, lo siguió haciendo hasta que al final ya era tarde.

En 1973 fue trasladado en un avión oficial a Madrid, al actual Hospital Marañón, donde le atendió el Dr. Salas que había sido compañero suyo en Tripoli, ingresando casi en coma. Consciente de su situación les anunció muy bajito, en italiano, “domani muoro” y al día siguiente murió. Tenía 59 años.

 Mi agradecimiento por la información y fotografías

  a Pedro Llinares,  Mª Angeles Savin y a Jesús Colet


No hay comentarios:

Publicar un comentario