lunes, 16 de mayo de 2022

DESCUBRIMOS LA VERDADERA IMAGEN DE JOSEFA AROSTEGUI, LA COMADRONA

 


Tras la entrada anterior solicitando ayuda para encontrar la verdadera imagen de la última comadrona municipal portugaluja, Josefa Aróstegui Ecenarro, se ha dirigido a nosotros Javier Aróstegui, diciendo que estamos hablando de su tía.

Nos nuestra dos fotografías que recogemos: la de la izquierda fechada en 1923, con Francisca Ecenarro y Vicente Aróstegui sentados junto a sus hijas, Teresa, Segundo, Josefa, Jacinta, Sabina y Jenaro, en la que se especifica que faltan Santos y Francisco que están en EEUU. En la foto de la derecha según nos señala Javier, están su madre Belén con Josefa.

La primera foto está sacada en la popular “Posadilla” de General Castaños, por lo que la biografía de nuestra comadrona se enlaza con la de su madre Francisca Ecenarro, que regentó casi medio siglo dicha posada. Aunque en la foto de la derecha es mucho más reconocible para los que conocieron a Josefa, nos decidimos por incluir la de la izquierda, con 22 años, cuando realizaba sus estudios para comadrona.

La ficha queda de esta manera: 

Aróstegui Ecenarro, Josefa
1901-1989
La última comadrona municipal


Nacida en Sestao en 1901 era hija de Vicente Aróstegui, un gipuzkoano de Segura que trabajaba en AHV y de Francisca Ecenarro, de Markina, que cuando ella tenía algo más de 3 años se afincaron en la Villa.

Aquí existía en la calle General Castaños una posada, “La Posadilla”, utilizada por los arrieros que llegaban de Castilla, que además de vivienda, disponía de taberna, con su patio trasero con una palmera datilera bajo la cual se jugaba a “la rana”, así como a los bolos. Tras un sonado delito de sangre, fue cogido en arriendo por el matrimonio  conociéndose desde entonces como “la posada de la Markinesa” y que regentarían durante casi medio siglo.

Con cuatro hijos y cuatro hijas, una de ellas, Josefa, tras realizar sus estudios, en 1927 colocó en la fachada de su domicilio el rótulo de Profesora en Partos, empezando a ejercer de comadrona, aunque la población en aquellos años no daba para poder vivir con su dedicación exclusiva.

Así que en 1926 al inaugurase las escuelas de Zubeldia trabajó allí de conserje, consiguiendo en 1929 la plaza por concurso y al año siguiente, 1930, se presentó también para la plaza de matrona, que había dejado vacante Marcelina Pérez, consiguiéndola en propiedad, simultaneando las dos ocupaciones. Además de ser comadrona municipal, cubría la Mutualidad Obrera, Seguro Maternal, Montepío y Altos Hornos.

Tras su jubilación el Ayuntamiento amortizó su puesto.

 

 

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