jueves, 26 de enero de 2017

TXOMIN BERECIARTUA Y SU PARROQUIA DE SANTA MARIA (1982-1991) (1)



En la historia de la parroquia de Santa María, ha habido distintas etapas desde la jubilación de Angel Chopitea, empezando por la que Tasio Munarriz llama Parroquia revolucionaria (1961-1982), cuyo libro se puede leer en la Biblioteca Digital, a la que siguió la etapa de 9 años con Txomin Bereciartúa de párroco.
Txomin que fue el promotor de la Fundación El Abra, editora de las publicaciones de El Mareómetro, de la que sigue siendo uno de los tres miembros de su Patronato, nos dejó en su día unas reflexiones sobre aquella etapa que hoy hemos considerado que pueden ser interesante recordarlas pasadas ya dos décadas.
Damos comienzo pues a la primera de las entradas, que hemos acompañado con la foto superior de nuestro amigo y sus tres antecesores en el cargo de párrocos de Santa María, y que nos gustaría completar recibiendo recuerdos y fotografías de aquella época:

José Miguel Madariaga, párroco de la vecina Iglesia de San Nicolás de Algorta, buen portugalujo él, se atenía como tal a la costumbre arraigada por la que todo hijo de Portugalete está orgulloso de su Villa y admira entusiasmado su Basílica de Santa María, que siente como algo propio. Y, como por aquellas fechas había problemas serios en “su” Parroquia, no podía menos de lamentarse constantemente ante nosotros de que la cosa se iba convirtiendo en un problema cada vez más irresoluble y serio.
Había sucedido lo que en otras muchas partes de la Iglesia vasca, que buscando la encarnación de la Iglesia en el pueblo y el deseado “aggiornamento” promovido por el Concilio, muchos Curas, actuaban desorientados entre el fuerte oleaje que levantaba la tensa y enmarañada transición hacia una naciente democracia en que estaba enfrascado nuestro País. La necesaria inculturización de la Iglesia fue transformada en un compromiso con unas determinadas corrientes de acción y opinión. Y faltaron ideas claras para asumir el cambio de una Iglesia de Cristiandad a una Iglesia evangelizadora del mundo actual.
Mis antecesores en Portugalete eran en verdad personas de gran valía y muy activas. Habían iniciado su labor en los difíciles momentos postreros de la Dictadura, habían entrado en esta dinámica y revolucionaron la pastoral de la Parroquia de tal manera que la Comunidad cristiana se resintió y se convirtió en un grupo de elegidos alrededor de un cura. La Parroquia iba decayendo, el Obispado quería cambiar las cosas y ningún cura se decidía a aceptar el reto de hacerse cargo de enderezar el entuerto.
La visión de este panorama y los lamentos de mi vecino compañero, me empujaron a cerrar los ojos y lanzarme al agua ofreciéndome para hacerme cargo de tan sufrida Parroquia. Buscaron por un lado y por otro y, como nadie aceptaba el riesgo que ello suponía, fui nombrado Cura Párroco de la misma, con Javier Martínez Suescun como Coadjutor y compañero, el día quince de agosto de mil novecientos ochenta y dos.
Dije sí a la encomienda con tres condiciones que fueron aceptadas. Una la de residir fuera de Portugalete, para salvaguardar mi salud mental al menos por las noches. Otra que algún sacerdote hiciera de colchón entre los anteriores curas y nosotros, para evitar tensiones y roces directos. Este compañero entregado y decidido fue Agustín Jaureguibeitia que realizó perfectamente bien la misión encomendada. La tercera fue el firmar por tan solo tres años, aunque esta mi decisión tuvo luego una prórroga durante nueve años.
Entretanto el Grupo de los fieles a los anteriores curas se movilizó, reunió firmas en su favor y adoptó sus decisiones. Pero Javier y yo seguimos firmes en nuestra decisión y a finales en agosto del lejano mil novecientos ochenta y dos aterrizamos en Portugalete. Antes nos habíamos reunido con nuestro Obispo Auxiliar, Juan Mari Uriarte, en una comida en la que hablamos de todo y, entre otras cosas, me indicó que tuviera gran cuidado en la preparación de mis homilías, ya que el anterior Párroco, que era todo un orador, había puesto el techo muy alto.
Formábamos los dos un buen equipo que entraba en una Parroquia desmantelada. Javier ya conocía Portugalete desde que algunos años había estado como Coadjutor en la Parroquia de San Cristóbal de Repélega. Yo llegaba a un lugar desconocido, solamente mirado desde lejos cuando pasaba por Las Arenas camino de Getxo. Volver a empezar es siempre duro y más cuando lo haces en un ambiente entre hostil y gélido. El frío de la soledad, que sentimos allí durante algún tiempo, es hoy un recuerdo agradable, al verlo como puerta de una vida que se fue llenando a lo largo de los años.




1 comentario:

  1. Txomin fue párroco mío en Las Arenas, ¡No tenía ni idea de que anteriormente lo había sido en Portu!

    Qué gran hombre :D

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