Hemos recogido en
la Biblioteca Digital Portugaluja, el trabajo titulado El liderazgo de Manuel Calvo y Aguirre:entre el Partido
Español y los vasco-navarros de Cuba, obra de los
historiadores Juan Bosco
Amores Carredano y Jon Ander Ramos
Martínez.
Jon Ander es el
mayor conocedor de la figura del indiano del HOTEL, y ya recogimos con
anterioridad dos estudios como fueron Manuel Calvo y Aguirre: De Portugaletea La Habana
pasando por Madrid (1817-1904) y Dineros de América: Manuel Calvo y la Casa de los Pobres dePortugalete (1871), este último en colaboración con Ana Isabel Ugalde
Gorostiza
En este trabajo que
hoy presentamos empiezan explicando cómo gracias
a la historiadora cubana Carmen Barcia y a la documentación conservada en el
Archivo Nacional de Cuba se conoce la carrera de Manuel Calvo en Cuba, a donde
llegó en 1833, con apenas 17 años, para trabajar como dependiente en una
ferretería de su tío Juan Calvo, y tras haberle reclamado éste según la carta
que recogemos sobre la foto de la fachada del Hotel bajo la desaparecida placa
en su recuerdo.
Empiezan describiendo su carrera, dando por hecho que debía de reunir buenas condiciones personales pues a finales
de los años treinta, estaba ya vinculado a Antonio López en el comercio en
Santiago de Cuba, donde éste comenzó a hacer fortuna y a comienzos de la década
siguiente actuaba ya por su cuenta en el comercio de cabotaje y como
prestamista, con un vapor de su propiedad, el Cubano, navegaba
por los ríos de la región de Pinar del Río,
A finales de esa década, reedificó la casa que poseía en la
Calzada del Monte esquina a Ángeles, uno de los primeros barrios residenciales
de La Habana y fundó en 1848 junto con Antonio López una Compañía de
Navegación Trasatlántica, figurando luego como socio en otras tres que
dieron cobertura a las actividades de transporte, comercio y navegación que
venía realizando en la costa de Pinar del Río. En esa zona consiguió la concesión
para construir, asociado a los herederos del famoso fabricante de tabaco
Partagás, un puente sobre el río Hondo, por el que se transportaba hasta la
costa una buena parte del tabaco del partido de Consolación del Sur, logrando posteriormente
que el gobierno le autorizara a establecer en ese lugar un portazgo en
arrendamiento para recuperar la inversión.
Al
constituirse el Banco Español de La Habana en 1856, Calvo aparece como uno de
los primeros accionistas, junto a todos los grandes hombres de negocios cubanos
e hispano-cubanos que constituían entonces la élite económica y mercantil de la
Isla. Era ya medio propietario de un ingenio en Sagua la Grande. En los
primeros años de la década de 1860, además de una intensa actividad comercial
aparece como dueño de un potrero de ganado en San José de las Lajas, cerca de
La Habana. Esa finca será la base del ingenio Portugalete, fundado por Calvo en
1862-1863, donde trabajarían
más de doscientos esclavos, al tiempo que construía los caminos desde el
ingenio a la carretera central que comunicaba San José con La Habana.
Ya a
fines de la década de 1850 ocupaba un puesto en la intendencia de hacienda como
«aventajado», y a principios de la década siguiente trabajaba como auxiliar de
la Secretaría de la Junta de Emancipados, donde probablemente actuó como un
delegado de los intereses de los esclavistas cubanos que, en alianza con las
autoridades, burlaron las ordenanzas sobre los emancipados para convertirlos,
de hecho, en esclavos; por eso fue removido de ese puesto cuando el gobierno de
la Unión Liberal promueve una política, ahora ya sí efectiva, de poner fin a la
trata y de abolición gradual de la esclavitud.
Fue uno de los más activos miembros del Casino
Español de La Habana-, que representaba al llamado "partido español",
defensor a ultranza de la permanencia de Cuba en la monarquía. Entre 1868 y
1870 realizó intensas gestiones en Madrid ante los gobiernos del Sexenio
revolucionario apoyando los intereses de los sectores empresariales
proespañoles en Cuba.
Convertido
ya en un potentado azucarero e insertado en el núcleo principal del grupo de
hombres de negocios que aglutinó en la Isla a los defensores a ultranza del statu
quo colonial, Calvo acabó sustituyendo en 1876 al poderoso grupo Samá y
Sotolongo como consignatario en Cuba de la Compañía Trasatlántica de
López mediante una nueva sociedad creada al 50% con él. Cinco años más tarde,
las dos navieras de Calvo y de López, se funden en la Empresa de Vapores
Correos Trasatlántico, quedando Calvo como vicepresidente.
En
aquel mismo año de 1876, al constituirse el primer consejo de administración
del Banco Hispano Colonial de la Isla de Cuba, sucesor y sustituto del Banco
Español de La Habana, Calvo era ya uno de sus principales accionistas,
confirmando así el éxito final de su carrera como gran hombre de negocios en la
Isla. Ambos bancos eran entidades privadas pero al servicio y bajo la
protección del gobierno cubano, en realidad el instrumento fundamental de
financiación de la administración española en la Isla, pero también el medio de
control de las relaciones coloniales.
Al iniciarse la actividad en Cuba de los partidos
políticos, tras la primera guerra de independencia, en 1878, Calvo fue uno de
los principales sostenedores del Partido Unión Constitucional que representaba
a los partidarios de una "Cuba española", partido que dominaba en la
práctica el gobierno de la isla. Cuando Cuba alcanzó su independencia, Calvo,
ya octogenario, regresó a Portugalete
La fortuna de Calvo sirvió no sólo de alivio
para toda la familia de origen, así como para nuestra Villa, donde hizo
importantes inversiones, y para todas y cada una de las personas que le
acompañaron en su vida.
Su figura y su obra con toda la información que está surgiendo en los últimos años bien puede merecer que en el futuro volvamos a recogerlo a manera de divulgación y de una manera amena como lo hicimos ya en el nº 9 de Cuadernos Portugalujos. La muestra la encontramos en el buscador poniendo Manuel Calvo.
En Portugalete no se enteran de que a su socio Antonio Lopez por esclavista, le estan quitando la estatua.....
ResponderEliminarY lo mismo había que hacer con el nombre de la calle Manuel Calvo.
ResponderEliminarSi siguiéramos tal ideario, más de la mitad de las calles de Portugalete quedarían sin nombre, empezando por la estatua de Lope García de Salazar. Y ya de paso, derribemos su torre, cruel cárcel en tiempos.
EliminarNo se puede juzgar la Historia con los ojos actuales. Porque no existe ni un solo hombre ni una sola mujer que haya sido perfecta.
Por cierto, Antonio López contribuyó mucho a la modernización industrial y en el campo de las Artes de Barcelona. Todo hombre y toda mujer es el resultado de sus luces y sus sombras.
Aitor González Gato
Si elimináramos del nomenclátor portugalujo los nombres de Manuel Calvo, Víctor Chávarri o Lope García de Salazar, por poner unos ejemplos, las calles no se quedarían sin nombre, sino que podrían recuperar sus denominaciones tradicionales, que un investigador como tú debería apreciar: esto es, muelle Viejo, calle del Medio y cantón de las Panaderas. Y conste que creo que Salazar tiene al menos un mérito artístico (la literatura) del que carecen por completo los otros dos. Lo que pasa es que sigue sin entenderse que los nombres de las calles, los monumentos, las placas conmemorativas, etc., son homenajes públicos, producto de decisiones políticas, en muchos casos tomadas de forma arbitraria por corporaciones caciquiles o indocumentadas.
ResponderEliminar¿y quien tiene potestad para decidir qué nombres deben desaparecer y cuáles deben prevalecer? Nadie tiene esa potestad, salvo las corporaciones locales, que son, lógicamente, instituciones políticas. Tu sugerencia es tan subjetiva como podrían ser mis preferencias. Lo digo una vez más: no juzguemos la historia desde los ojos actuales, tal cosa es un absurdo. No existe un solo hombre ni una sola mujer perfecta; si no comprendemos algo tan básico, nadie merecería su nombre para ninguna de nuestras calles
EliminarAitor González
Jose M.Areilza debiera tener su calle tambien.Poco importa que conspirara contra el gobierno legitimo republicano y lo defendiera con las armas.O que fuera el primer alcalde fascista d Bilbao y diera el recordado discurso fanatico en su toma d posesion.O sus cargos directivos en FET d las JONS falangista.Luego,tras la muerte del Hijoputa,devino en democrata-d-toda-la-vida y repartio carnets d quien lo era y quien no.Pero fue ministro y sobre todo...PORTUGALUJO.Otra calle para ese,pelillos a la mar.Si tenemos Carlos VII(?),cualquier cosa...
ResponderEliminarPues se deberían poner otros nombres a los espacios públicos que llevan nombres de esclavistas o de fascistas. Hay muchas más figuras que merezcan poner nombre a una calle. Ser un esclavista en el siglo XIX es muy cercano. Se entiende perfectamente la ambición desmedida de este individuo.
ResponderEliminarIgual es hora de actualizar el nomenclator de la Villa, además de que las noticias históricas estubieran presididas por una visión crítica de los personajes o los acontecimientos tratados.
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