En el siglo XIX la
Villa era punto de reunión de muchos bilbaínos que aprovechando los meses estivales
venían a veranear, siendo obsequiados con festejos o se los organizaban ellos mismos.
Una de estas fiestas propias
la recogió el periódico IRURAK BAT del 9 de agosto de 1859, que nos facilita Karla
Llanos. Han pasado ya 165 años, cuando todavía no existía el muelle Nuevo, y el centro era el actual Muelle Viejo y la plaza del ayuntamiento, seguimos
al corresponsal que escribe:
Los bilbaínos son
el demonio. Sin santo, ni santito, ni motivo alguno, sino por matar el tiempo,
muchos de ellos reunidos en Portugalete y de acuerdo con su alcalde Sr. Castet
han resuelto para mañana llevar a cabo el siguiente programa:
1º Gran salva de
chupinazos a las 5 de la mañana para que todo vecino sepa que hay quien los
dispare.
2º Gran regateo;
en el cual tomaran parte las lanchas que quieran.
3º Cucaña en la
ría con un premio arreglado a las circunstancias.
4º Lanzamiento de
una grande y descomunal cometa, emblema del hombre navegando por el espacio.
5º Lanzamiento de
un globo o monglofiera de nueva invención.
6º Paseo triunfal
de los señores de Vizcaya, magníficamente angalanados y cargados dos monigotes
que representan los genios de los muelles del Este y Oeste.
7º Famosa
novillada. En ella podrán presentarse cuantos lidiadores gusten. Representa el
voto universal.
8º Fuegos de
artificio.
9º Idem de
barricas; tamboril; música.
10º Gran baile de
etiqueta o sin ella en el ayuntamiento.
11º Brillante
iluminación.
12. Gran cena en
el Muelle a campo raso. Los que quedaren lisiados en este combate, tienen la
impagable comodidad de ir a dormir al río o a la Fonda Bilbaina, porque la mesa
estará equidistante de ambos puntos.
Entrada gratis.
La reseña del día siguiente
dice lo siguiente:
Los bañistas bilbaínos
residentes en Portugalete se divirtieron de lo lindo. La función que tenían
preparada se llevó a cabo con toda felicidad y la broma duró hasta las 2 de la
mañana, hora en que se retiraron los huéspedes de la Fonda Bilbaina. Una de las
novedades que produjo mejor efecto después de los fuegos de artificio, parece
que fue la quema en el Nervión de un bote alquitranado, cuyas llamas iluminaban
perfectamente a la villa, al muelle y al recinto por donde más gente
discurrían.
Portugalete hacía
muchos años, que no había presenciado tanta animación y algazara como ayer.
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