Nosotros hemos sido pioneros en el tratamiento de tan sugestivo tema en un artículo anterior. En el texto que hemos redactado a continuación se desbrozan una serie de datos de carácter misceláneo en torno a la ocupación napoleónica de la Villa. Pensamos que podrían servir de feliz complemento al panorama ya esbozado en nuestro precedente artículo así como en las transcripciones de un conjunto de textos escritos en lengua francesa que fueron objeto de otro de nuestros trabajos.
La documentación que hemos
tratado presenta un carácter muy diverso, pudiendo parecer que algunos temas
poseen un aspecto un tanto superficial, o que algunas cosas no se hallan bien imbricadas
con otras.
El grueso principal se
refiere a un cúmulo de papeles consignando los suministros y otros servicios
prestados a las tropas ocupantes durante dicho período histórico.
Así entre el 25 de agosto de 1808 y el 31 de idéntico mes y año se le
pagan a Teresa de la Helguera 66 reales por tres cántaras de vino clarete, a 22 reales por cántara. La cántara equivale
a 16,134 litros. Se le abonaron también 555 reales y 10 maravedíes a Manuel
Ibáñez por 265 libras de carne, a 64 maravedíes la libra. Una libra son 0,460
kilos. Bernardo Castet obtuvo como cobro de sus honorarios 472 reales, “por otras tantas raciones de pan“ a un
real la ración. Por otro lado se anotan también 10 reales “por el trabajo de traer la paja y varrer la Casa de la Villa para el
alojamiento de tropa…”. Como se observa por este último detalle las fuerzas invasoras estaban alojadas en
el Ayuntamiento. El último dato se escribió el 31 de agosto de 1808.
En la cuenta
correspondiente a los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1808 se
localizan algunos datos de notable interés. En octubre se anotan 464 reales
como el importe de 58 raciones de maíz,
en concepto de pienso para alimentar a los 24 caballos de la tropa francesa
acantonada en Portugalete, siendo un total de 116 celemines, a 4 reales cada
uno. Un celemín presenta una equivalencia de 4,625 litros. En diciembre se
anota una factura de 300 reales, “pagados
por gastos que hizo en el General Dufresse, su edecán y demás criados”.
El 3 de febrero de 1809
aparece un recibo firmado por Bernardo
Castet, que admite haber recibido de Francisco Javier de Salazar, regidor
capitular y Apoderado de la Villa de Portugalete la cantidad de 1100 reales de
vellón “para en cuenta del pan que es suministrado a las tropas acantonadas
y transeúntes en esta Villa” en los meses de octubre, noviembre y diciembre
de 1808. El 15 de julio de 1809 el Tesorero del Señorío (en realidad por su
poder Santiago de Batiz e Izaguirre en nombre de Luis Labayen) notifica haber
recibido de nuestro pueblo la cantidad de 3.456 reales “en dinero metálico”, en calidad del cupo mensual que le
correspondían de un monto total de 416.900 reales de repartimiento para todo el
Señorío “para los gastos de la tropa de
línea, y la policía y otras necesidades”. Se pagaban el día 15 de cada mes.
En la cuenta de 1809, suscrita por Francisco Javier de Salazar “regidor de esta Noble Villa de Portugalete
con ejercicio de Síndico”, se nos notifica que se les habían abonado 4
reales a tres mujeres “por limpiar la Casa de la Villa, que sirve de Quartel a
la tropa”. Una lavandera cobró 15 reales y 18 maravedíes por limpiar 33
sábanas, a 4 cuartos cada una. Estos datos nos parecen preciosos para conocer
cual era el número de los soldados franceses que vivían de forma casi permanente
en el villazgo. Se anotan también 12 pliegos de papel por un importe de 6
reales para el Comandante Loyu “traídos
de los alemanes de Bilbao”. Tres mujeres recibieron 9 reales “por conducir una porción de jergones desde
la Casa que sirve de Ayuntamiento a la de Las Arenas, limpiar esta y llevar
aquellos de la paja que allí había”. Existía también un bergantín francés
anclado en nuestro puerto y también una goleta de la misma nacionalidad. La
goleta al parecer se llamaba Mouche, “mosca”, en francés. Una goleta es un
buque de vela de 2 o más mástiles, apareció en el siglo XVIII y sus
características funcionales son parecidas a las del bergantín, del que se
diferencia principalmente por su aparejo, aunque es de menor tamaño, y se
dedicaba tradicionalmente a actividades mercantes de cabotaje. El bergantín era
un barco de dos palos y vela cuadrada o redonda. Del mismo modo se anotan en
estas cuentas que estamos referenciando 36 reales de gasto “en los jornales de limpiar el cubo de la Casa que sirve de Ayuntamiento y escuela”.
Surgen ante nuestros ojos
no solamente en este año de 1809, sino en todo este espacio de tiempo que
estamos historiando frecuentes entregas de dinero a particulares que han
servido de guías conduciendo distintas partidas de soldados invasores. Así, por
ejemplo tenemos la siguiente: “a cargo,
10 reales a Lorenzo de Amezaga por ir de
guía con una partida de soldados hasta Somorrostro”.
Por supuesto, dentro del entramado de gobierno instalado por los
ocupantes y sus colaboradores, había un Comisario de Guerra francés residente
en Bilbao. En la Villa de Don Diego había también un General de esa
nacionalidad. En Portugalete existía un Comandante
galo y, un Consejo Municipal, que sustituía aquí como en todas partes a los
ayuntamientos que habían sido disueltos el 18 de marzo de 1808, tras la
invasión napoleónica, y la creación de los nuevos consistorios constitucionales
.
Existe otra pieza o fajo
de papeles que transcurre durante el mes de enero de 1809. En él se anotan 480
reales de gasto, a razón de 24 reales para pagar los “20 pares de zapatos para la tropa francesa”. En las cuotas de
suministros que se deben pagar desde el 25 de enero hasta el 28 de febrero de
1809, Portugalete que poseía 108
fogueras (617 almas), tenía que pagar 2.046 reales con 26 maravedíes. En
1815 Portugalete tenía una población de 900 almas. En las cuentas del mes de
mayo de 1809 se le abonaron 310 reales a Ignacio
de Arana por su salario de intérprete. De la lectura de estos registros contables,
mirando el número de raciones de vino, carne, y otros alimentos se puede
inferir que los soldados franceses
acantonados en la población alcanzarían un total de 55 a 60 hombres. En la
cuenta que transcribe los gastos que van del 7 al 19 de diciembre del mismo año
se le abonaron igualmente a José de Amesti “por asistir de intérprete del Comandante”, durante 38 días, 228
reales. Se inscriben también 42 reales “del
gasto de aceite y mechas de dos faroles que ha exigido el señor Comandante
Delorie, encendidos desde el anochecer hasta el amanecer, en 7 noches a 6
reales cada una”.
En la cuarta pieza
documental que estamos tratando se nos hace noticiosos de la cuenta de los
suministros servidos a dichos contingentes militares durante el mes de
diciembre de 1810. En enero se mencionan dos gratificaciones de 330 reales al Capitán Bourin, y otra de 300 reales
al teniente Delorie. El ir y venir de tropas transeúntes era continuo, y
sirva como ejemplo la anotación correspondiente a junio de 1810 de un gasto de
116 reales, por importe de las 3.297 “plazas
de infantería alojadas en todo el mes”. Esto supone que en varias ocasiones hubo en Portugalete más soldados
extranjeros que toda la población local. En julio de idéntico año se cuantifica
un gasto de 36 reales “por los
alojamientos del señor Coronel de Gendarmes, y 320 oficiales en una noche”.
Se advierte también la presencia de un lugre francés, llamado El Santander. El lugre es una
embarcación pequeña con tres palos, un bauprés muy largo, varios picos, velas
altas y algunos velachos. Fue un tipo de barco usado por los piratas galos de
la Revolución y del Imperio.
En un cargo del Ayuntamiento de este mismo año se observa como el
salario del médico titular D. Angel Abad
es de 1.576 reales y 24 maravedíes. El Archivero
Municipal Manuel Ignacio González cobraba en concepto de su salario 704
reales y 22 maravedíses. El señor González fue la persona encargada de traducir
al castellano casi todos los textos redactados en francés por los jefes
militares de la plaza.
El Presidente del Consejo de Provincia del Señorío era José María de
Murga. El Secretario del Consejo de Provincia, con sede en Bilbao era Diego
Antonio de Basaguren. De Comisario de Guerra ejercía Juan de Undabarrena. Al
parecer, poco después fue sustituido por el señor Clerc. El General en Jefe del
Ejército del Norte de España era el conde Dorsenne. Jean Marie Pierre Lepaige,
Conde Dorsenne, nació en Ardres (Pas- de- Calais), en 1773, habiendo fallecido
en París el 24 de julio de 1812. Este militar alcanzó el grado de General de
División. El 8 de julio de 1811 sucedió al Mariscal Bessières, en el puesto tan
comprometido de Comandante Principal del Ejercito del Norte. En el mes de
agosto consiguió vencer al ejército español de Galicia, obligando a las tropas
británicas a evacuar las posiciones que ocupaban y pasó después a través de Navarra y Vizcaya, reprimiendo
los focos levantiscos. Con apenas 39 años falleció en Paris a consecuencia de
una operación quirúrgica de trepanación. Su nombre figura inscrito en el Arco
de Triunfo de la Estrella. Padecía fuertes dolores de cabeza derivados de una
grave herida de batalla. Fue tristemente famoso en España por su crueldad hacia
la población civil. Pierre Thouvenot ostentaba el cargo de Gobernador de
Vizcaya, con sede en San Sebastián, desde donde emitió varios decretos
bilingües manifestando su preocupación por los enfrentamientos entre franceses
y españoles. Sus desvelos en este aspecto se materializaron en una orden
expedida el 6 de agosto de 1809 en la que informaba del castigo inmediato que
recibiría todo militar galo que fuera culpable de cometer cualquier abuso sobre
la población civil. Thouvenot había nacido en 1757, y falleció en 1817. En 1813
participó en la batalla de Vitoria, y en 1814 colaboró en la defensa de Bayona
pasando ya a la reserva el año subsiguiente.
En una carta de las autoridades afrancesadas de Bilbao a la alcaldía
de Portugalete, fechada el 2 de abril de 1811 se ordena poner “las cerraduras que han de hacerse de todas
las entradas que tienen correspondencia con esa Villa, según la orden que ha
comunicado este señor General Ney al Comandante de esta plaza”. Por tanto se ordena fortificar los puntos de acceso
al villazgo, y que luego se remita un “bon” con todos los nombres y
apellidos de los operarios que realizasen dicha obra, a los que se les
distribuiría una ración diaria de víveres. El importe de los materiales a
instalar para efectuar tal fortificación se anotaría “tomando razón de su importe en la contaduría para pagarlo cuando el
Gobierno se vea con menos atenciones”. Esta cuenta sería inspeccionada por
el Arquitecto y Comandante de Ingenieros del Señorío, siendo visada asimismo
por el Comisario de Guerra de la Provincia. El 5 de
abril, al no haber en la Villa “operarios
canteros que asistan a la ejecución de la fortificación y cerraduras de esa
plaza, ni materiales útiles para ella”, se le autorizó al Consejo Municipal
para que se hiciese con ellos, contratándolos en los pueblos vecinos. El 28 de
abril de 1811 el Consejo de Provincia prestó su consentimiento para que se
efectuasen las obras necesarias a cargo del comandante militar en el patio de
la Casa Consistorial. Como se ve, las
tropas de la coalición anti-napoleónica se aproximaban a Portugalete, siendo
preciso aprestar la Villa para su defensa. Con fecha de 27 de octubre de
idéntico año el maestro de obras y director de las obra de fortificación Benito
de Alzaga, el encargado de dichos trabajos por el Presidente y consejeros del
Consejo Municipal de Portugalete presentan una factura por un importe de 1.216
reales y 17 maravedís. Habían sido 30 días de jornales, en los que se habían
empleado 142 cargas de cal amasada a 4 reales, suponiendo un monto total de 568
reales con 112 maravedíes. Por otra parte, se le pagan también 619 codos de
madera a 5 reales. Se gastaron 29 reales de clavos de varios tipos. El 29 de
octubre el Consejo de Provincia ordena que se la pague a Alzaga lo adeudado sin
más dilaciones. La posterior obra de fortificación
de la Iglesia corrió a cargo del maestro carpintero Joaquín de Leiza. Como
nota curiosa a destacar se observa la presencia de muchas mujeres jóvenes y de otras de más edad trabajando de “peonas”, tales como María Asunción
de Piñaga y su hija Manuela Infante, María Cruz de Labarrieta, Josefa Ortiz y
María de Angulo, entre otras.
En estos momentos, durante los años 1811 a 1812 el comandante francés
de la plaza de Portugalete se llamaba Charles Horric. En esta documentación que
estamos tratando es frecuente la aparición de las facturas de las botellas de
vino que se trasegaban las tropas napoleónicas, fundamentalmente la
oficialidad. Son una serie de bonos firmados por el responsable militar de
mayor graduación. A guisa de ejemplo citaremos algunos casos, parafraseando o traduciendo
su contenido. Así, se localiza el 8 de abril de 1810 un papel que registra dos botellas de vino de Málaga para el
Comandante por un día. El nombre del jefe militar extranjero era
Horowitzeky. Probablemente se trataba de un polaco. También se consumía el vino navarro. El 10 de abril del mismo año
dicho Comandante dio buena cuenta en un día de dos botellas de la misma
procedencia “para la subsistencia del
susodicho durante el 10 del corriente”. Menudean también las facturas en
concepto de vinagre, aceite y libras de manteca sin sal consumidas por parte
del jefe militar de la plaza y otros oficiales alojados en su residencia.
La población portugaluja y el Ayuntamiento tuvieron que soportar aparte
de los trabajos forzados para realizar fortificaciones, sobre todo en la última
etapa de ocupación, continuas exacciones y exigencias de parte de los ocupantes. Portugalete y los pueblos
comarcanos tenían que contribuir con cantidades monetarias para subvenir a las
necesidades de la soldadesca gala. En un texto de 30 de mayo de 1809, nuestra
municipalidad se dirige a las autoridades afrancesadas bilbaínas para quejarse
de las continuas cargas que sufría, y para asegurar que sus fondos se
encontraban exhaustos y que las prorratas o cuotas repartidas para la subsistencia
de la tropa y de la tripulación del bergantín El Oreste eran altas, y que los otros pueblos escamoteaban sus
aportaciones pecuniarias, cargándole todo a Portugalete. La Villa afirmaba que
los 3 y 4 Concejos y el Valle de Gordejuela escapaban a las obligaciones que debían prestar. El alcalde de
nuestro municipio expresa que “el
Ayuntamiento animado de muy nobles sentimientos ha guardado siempre con los
pueblos convecinos la mejor armonía y caminando con pasos lentos y con medida
dando ensanche a los deudores…”, intentando siempre no tener ningún tipo de
conflicto con ellos. Los napoleónicos en consonancia con su mentalidad
reglamentista habían emitido en Vitoria a 24 de junio de 1809, por parte de
Francisco Amorós, Consejero de Estado y Comisario Regio en dichas provincias
una instrucción por la cual se marcaban de forma clara y meridiana las
obligaciones de suministrar a las tropas francesas fijas o de paso en las
distintas poblaciones de España, todo lo
que necesitasen.
Llegando ya al 9 de febrero
de 1812, las autoridades concejiles de nuestro pueblo manifiestan que Portugalete se encontraba en una “infeliz situación tras haber apurado todos
sus recursos…”, en razón de
los muchos suministros que había proporcionado a los militares franceses. A
fines de dicho período de ocupación el estado en el que se encontraba era de “ruina
lamentable de la mayor parte de la población…”, hasta el punto de que Portugalete
se hallaba prácticamente inhabitable, y sitiada por tropas inglesas, entre
otras. El alcalde asegura que la situación era de una gran “melancolía”. Especialmente gravosa había
resultado la fortificación del villazgo para la defensa militar.
En junio de 1812 se nos
hace noticiosos de que a pesar de la llegada del Coronel Comandante de la Guardia
Imperial con las tropas a su mando la amenaza de invasión era ya un hecho
ofreciéndonos incluso el dato de que Portugalete se hallaba amenazado por la
escuadra británica.
Como nota curiosa podemos
adoptar igualmente que en un escrito de 1808 se nos dice que Matías Calvo, se encontraba ausente en la
navegación, habiendo dejado en la Villa a su esposa María Josefa de Aguirre y a
la familia. Se trataba de los padres del famoso indiano portugalujo Manuel
Calvo y Aguirre.
Tras la victoria de las
tropas aliadas contra Napoleón, el rey Fernando VII expidió una Real Cédula el
30 de julio de 1814 para restablecer todo el sistema de la administración local
propia del Antiguo Régimen, que había sido sustituido por los ayuntamientos
constitucionales impuestos por el invasor en 1808.
Estimamos que a este conjunto de datos que acabamos de describir, se les podrían acompañar o unir las cartas napoleónicas redactadas en francés que han sido objeto de otro de nuestros artículos.
Conferencia de Roberto Hernández Gallejones
Archivero Municipal de Portugalete
Pronunciada el jueves 24 de marzo de 2022
!Zorionak, buen trabajo!
ResponderEliminarHola me llamo luis en my casa han aparecido tres escritos de un tal Facundo gallejones de octubre de 1812 y estoy muy intrigado por el tema
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