lunes, 24 de octubre de 2022

EL KILOMETRO DEL OJILLO

 


Leyendo las vivencias de Juan Fermín López Markaida, que anunciamos en la entrada anterior, nos encontramos sus recuerdos del bar El Kilometro.

La familia de Arsenio Macho y sus cinco hijos, una chica y cuatro chicos, Marcelino, José, Toñín y otro Machín vivían en el primer piso del portal nº 2 del Ojillo y regentaban el bar El Kilometro que estaba en la lonja.

Marcelino estuvo al frente del mismo hasta que se independizó y cogió en renta el denominado bar El Ojillo, que López Nájera Hnos montaron en la lonja donde antes metían el camión de reparto de vino, en el nº 12.

En la barra del bar les tocó currar, y bien, a todos los hermanos. Buena gente ésta, emigrantes trabajadores, serios y formales de palique, cumplidores comercialmente hablando, que es como les he conocido a través de una relación proveedor cliente.

Esta tasca de txikiteo y partidas de cartas, con unas ventas importantes de vino, tenía al fondo del mostrador, a la derecha del mismo, un montadero inclinado sutilmente, con baldosas amarillas por arriba y de frente primorosamente embaldosado.

A la derecha según se entraba por la puerta estaba el largo mostrador entre columnas y al fondo a la izquierda mesas y sillas con un reservado para dar comidas cerrado a la vista del público.

En ese mostrador de mampostería en ligera inclinación para facilitar la extracción del vino, se colocaban encima del mismo varios pellejos de vino, dos de tinto fino y uno de clarete. El vino blanco para que no cogiera el color oscuro de la pez y por su menor consumo se suministraba en garrafones, no metiendose en odres por no ser comercial ver esa tonalidad sombría.

 

La foto superior del año 1960, de Foto Miguel, nos muestra delante del citado mostrador con sus decorativos azulejos, a un grupo de conocidos portugalujos cantando con el txikito de culo gordo en la mano. Dirigidos por Valentín Tellaeche y bajo la supervisión del municipal Francisco García “Asturias”, reconocemos a Guillermo Pradas, Donato Orive, Santiago Fernández y José Mª Garaizabal.

En la foto inferior cedida por la familia Lanchares, vemos la fachada del bar, tras otro grupo de portugalujos.



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