Eduardo Renobales nos ofrece su trabajo, que subimos a la Biblioteca Digital Portugaluja, RODRIGO MARKINA PALACIOS, DEJADO DE LA
MANO DE… EL GOBIERNO VASCO, rescatando de la desmemoria la figura de este
portugalujo conocido como "Chaparrón". A través de una investigación exhaustiva,
reconstruye los hechos que le llevaron a un trágico final frente al garrote
vil, tras ser abandonado a su suerte por las autoridades en la caída de Bilbao.
Rodrigo era un joven de complexión menuda y temperamento difícil, a menudo
objeto de burlas en la Villa. Militante de Acción Nacionalista Vasca (ANV), ya
había sufrido la represión tras los sucesos de octubre de 1934. El trabajo
subraya cómo su vida estuvo marcada por un estigma de exclusión que culminó en
los luctuosos sucesos de 1937.
El núcleo del relato se centra en la noche del 28 de febrero de 1937, tras
una agria discusión en el bar del HOTEL —que comenzó por desavenencias
ideológicas y una apuesta sobre el valor de ir al frente—, Markina disparó
mortalmente contra Daniel Hormaechea Nieva ("Txiker"), miliciano de
22 años y Jesús Ortúzar Castañondo ("Guapón"), químico de 36 años y
jugador del Betis.
Aunque la prensa de la época ofreció versiones contradictorias, el sumario
judicial aclara que los insultos previos y posibles rencores del pasado (como
el asesinato de Garaizabal en 1934, donde Hormaechea estuvo presente) pudieron
ser el detonante de la tragedia.
Rodrigo fue juzgado por un Tribunal Popular y condenado inicialmente a 40
años de prisión. Sin embargo, el punto de inflexión ocurre con la retirada del
Gobierno Vasco hacia Santander. Mientras los presos "derechistas"
fueron liberados y protegidos en su entrega a las líneas franquistas, los
presos comunes como Rodrigo fueron abandonados en sus celdas ante la llegada de
las tropas sublevadas.
Las nuevas autoridades franquistas revisaron su expediente bajo una
justicia de carácter ideológico, y basándose en la falsa premisa de que las
víctimas eran afectas al "Movimiento Nacional", Markina fue condenado
a muerte. Su ejecución se llevó a cabo mediante garrote vil, poniendo un punto
final amargo a una historia de desamparo y violencia en una Euskadi dividida.

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