Como estamos recogiendo en entradas anteriores, en la historia de nuestros
bares, el nombre del establecimiento solía ir ligado invariablemente al del
propietario, quedando ellas —las mujeres— en un discreto segundo plano, a
menudo recordadas solo entre fogones. Sin embargo, esta nueva foto nos devuelve
una realidad distinta y mucho más vibrante.
A la izquierda con una sonrisa que denota la cercanía de quien conoce bien
a su clientela, vemos a María Teresa Larrondo Chunchurreta, y mientras
su marido, “Chato”, Antonio Chamorro, y Justa Chunchurreta,
observan a la cámara, María Teresa no detiene su labor. Su mano, experta y
segura, sostiene la jarra de aquella época para dar vida a esa hilera de "txikitos".
Aquellos recordados vasos de "culo gordo", hoy convertidos en
piezas de coleccionista o en un vago recuerdo nostálgico, eran el pulso diario
de la barra. Ella no solo servía vino y preparaba los pintxos, sino que, como
tantas otras, gestionaba la hospitalidad, mantenía el orden y tejía la red
social desde el otro lado del mostrador.
Sirva esta imagen para seguir poniendo nombre y apellido a quienes fueron,
con total seguridad, un verdadero pilar del negocio.

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