martes, 14 de mayo de 2019

MANUEL FERNANDEZ HERRERO (1932-2003). MANOLO EL SACRISTAN





Tras publicar hace dos meses una entrada con el título de RECORDANDO A MANOLO "EL SACRISTAN" (1932-2003), y ante la buena acogida que tuvo, dado el cariño y simpatía que trasmitía su figura, decidimos también que debía llegar a más portugalujos y lo enviamos a la redacción del periódico enportugalete.com que lo ha publicado en su edición de este mes de mayo.

A Manolo se le celebró un homenaje póstumo, junto con a D. Pablo Bengoechea, en la parroquia de Nazaret, en el que se repartieron unas cuartillas entre los asistentes según nos facilita Tasio Munarriz que las leyó.

En ellas se explicaban las dificultades encontradas para celebrar dicho acto en la Basílica por parte de los curas que entonces estaban. Al principio iba dirigido solo a Don Pablo, pero luego se hizo extensivo a Manolo porque en vida se le quiso rendir un homenaje y la cosa se retrasó y tras caer enfermo murió.

Se comenzó con unas imágenes de los dos homenajeados y luego se hizo una trayectoria vital de ellos. Según ella, copiamos textualmente, MANOLO con tres años subió por primera vez al campanario acompañando a su hermano mayor, que era el sacristán. Con 14 años le sustituyó en la función de encargarse de la sacristía y continuó durante 55 años.

Supo adaptarse a las distintas generaciones de curas que han pasado por la parroquia de Santa María: Chopitea, D. Pablo, Angel Garamendi, Txomin, Alfredo López y los actuales. Siempre muy servicial, pero nunca servil. Además de ayudar en los actos litúrgicos como maestro de ceremonias, cuyo título poseía, arreglaba todo: electricidad, carpintería, fontanería... Para él la Basílica era como su casa. Yo estuve 12 años en la parroquia y ni se me ocurrió subir al trifolio y a las bóvedas. El lo tenía todo controlado. Alguna vez hizo una merienda con la familia en la torre y otra vez, también en la torre, puso palomas y las alimentaba. No pedía permiso a nadie. Sólo informaba. Estaba en su derecho y hacía lo que le gustaba.

Se sentía orgulloso de que en la fábrica y en el pueblo todos le conociesen como "el sacristán". Era profundamente religioso, pero no un beato. Muy reservado, de vez en cuando nos hacía confidencias. En la época en que los sindicatos estaban prohibidos, me dijo un día que se había afiliado a CCOO.

A nosotros siempre nos defendió. Cuando descubrimos a dos policías municipales grabando con magnetofón la homilía y dijeron que les había mandado su jefe, bajaron él y Angel Alday al Ayuntamiento a pedir explicaciones y el jefe les dijo que se lo había ordenado el alcalde. Cuando vino un grupo de alborotadores a boicotear una misa, dos jóvenes les sacaron una foto y escaparon por la puerta de la sacristía. Manolo les escondió en un armario de forma que, cuando entraron los retratados para quitarles la cámara, no encontraron a nadie.

Era muy generoso. Teniendo las dos hijas ya crecidas Manolo y Conchi, su mujer, adoptaron un niño de dos años de raza gitana. Por sus manos pasaron decenas de monaguillos, a los que él les enseñaba y educaba como un maestro y un padre. No conocí ningún monaguillo pillo del que se sospechase que se bebía el mistela de celebrar. Cuando todavía se pasaba el cesto para la colecta en las misas, Manolo y Conchi se quedaban el domingo a la tarde contando el dinero mientras los curas salíamos a dar una vuelta o a hacer una visita. Eran tan honrados que nunca desconfiamos de ellos.

Era muy popular y socio del Club de Futbol Portugalete. ¡Aupa el Portu!

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José Luis Gutiérrez Landa.





Aquel famoso 2 de junio del 2001. 

Celebración con bajada y recorrido por la ría, para después acabar en el ayuntamiento. 
Después de 13 temporadas su , nuestro Portugalete retorna a tercera división. 
Manolo el sacristán al frente. 




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