lunes, 22 de enero de 2024

RECOGIDO DE LA PRENSA: CUANDO SE PROYECTÓ UNA NUEVA BILBAO ENTRE LA PLAYA Y SANTURTZI

  

Con el título, La nueva Bilbao que pudo ser entre Portugalete y Santurtzi, Alberto G. Alonso, publicó ayer en DEIA un articulo sobre el proyecto urbanístico de 1901 que pretendió ampliar la capital en la desembocadura de la ría.

Una magna obra urbanística que se concretó a nivel de planos e infografías de la época un año después de nacer la pasada centuria, en 1901. Pero ahí se quedó. En el cajón.

La iniciativa de uno de los próceres industriales de la época, Carlos Petrement y Laurin, se vio abortada por la Autoridad Portuaria, denominada entonces Junta de Obras del Puerto de Bilbao que se negó en redondo a ceder la gran lámina de agua que se había generado poco antes entre el recién construido muelle de hierro y la costa natural donde se asoman Portugalete y Santurtzi.

Petrement presentó su proyecto el 1 de julio de 1901 tres años después de que Evaristo Churruca concluyera el dique que posibilitó eliminar la gran barra de arena cercana, la cual impedía la navegación fluida de grandes buques en dirección al interior de la ría hacia Bilbao. 

La espectacular estructura de hierro delimitaba una superficie de agua de cerca de 250.000 metros cuadrados que hoy en día ocupan las piscinas municipales de Portugalete, la sede de la Náutica, el extenso polideportivo de Santurtzi, los pantalanes para embarcaciones deportivas y el actual puerto pesquero. Hasta 35 campos de fútbol de San Mamés se podrían colocar uno al lado de otro en esta gran extensión.

El promotor solicitó permiso para desecar toda la zona que componía una marisma rocosa, la cual proporcionaba un fácil saneamiento y suponía una buena base para la creación de la nueva ciudad y su urbanización defendida por baluartes y malecones que el proyecto constructivo contemplaba.

Como se recoge en los planos que ilustran la información, las dos curvas que conformaban el nuevo dique y la costa natural diseñaban un espacio similar a una bacalada extendida en salmuera muy reconocible históricamente por todos los bilbainos. 

El proyecto se llamó Bilbao La Nueva y su desarrollo y pretensiones llegó incluso a que la revista Blanco y Negro publicara en Madrid un reportaje con varias ilustraciones sobre la futura expansión de la pujante capital vizcaina en la que se fijaban entonces otras muchas ciudades del Estado.

El Bilbao de la época necesitaba expandirse como consecuencia del ímpetu comercial, marítimo e industrial que protagonizaba la capital vizcaina. Unos datos demográficos que avalaban ese crecimiento son que en las últimos tres décadas del siglo XIX, desde 1870, el número de los habitantes de la villa se cuadruplicó. 

A la gran ciudad comercial se le unió la actividad minera de tratamiento industrial extrayendo ingentes cantidades de hierro que exportaban principalmente a Inglaterra. Una marea humana acudió a la cada vez más intensa actividad de manera que el actual Casco Viejo, el Bilbao original, estaba atestado de población, con grandes problemas urbanísticos, falta de red viaria y transportes públicos adecuados con el resto de las poblaciones que empezaban a conformar la futura metrópoli entorno a la ría. 

Era la época en la que la jet set local se movía desde la capital a Algorta y Las Arenas, en la margen derecha, y a Portugalete y Santurtzi, en la izquierda, para disfrutar de los baños de mar y sus segundas residencias de alto standing, las cuales ocupaban solares mirando al mar y cerca de playas hoy algunas desaparecidas.

Todo obligaba a la expansión de la capital fuera de sus siete calles y arrabales circundantes. Un crecimiento que miró al otro lado de la ría, al actual Ensanche, que se concretó mucho más a partir de 1890 cuando se produjo la anexión definitiva a la capital vizcaina del municipio colindante de Abando, lo cual supuso una ampliación del proyecto original de la expansión diseñada.

Un crecimiento que según Carlos Petrement y Laurin se quedaba corto sobre todo si se quería liberar de terrenos y usos portuarios a Bilbao y trasladar esas actividades mercantiles e industriales al Abra. 

La idea que rondó su mente durante todo el proyecto fue crear en la desembocadura de la ría una extensión de la villa interior con una población marítimo-comercial que tuviera vida propia y comunicaciones directas tanto con el resto del territorio como de la península.

Así como la vida de la vieja Bilbao se concentró en los muelles entre Deusto y San Antón donde ya no podían atracar buques de gran calado, la vida en Bilbao la Nueva se agruparía en las nuevas líneas de atraque y en las aguas cercanas del Abra, entonces en estado casi virgen, las cuales podrían acoger gran cantidad de embarcaciones fondeadas.

El trazado urbanístico del Bilbao La Nueva era sencillo, con la particular forma de un bacalao abierto referida, e iba a suponer ganar superficie al mar con rellenos de tierra y rocas eliminando las playas de Santurtzi y Portugalete.

La parte ancha de la extensión estaba previsto que fuera ocupada por edificios oficiales, dependientes del Estado como la capitanía de puerto, la aduana y demás oficinas y servicios administrativos. En el centro de toda esta área se dibujaba un gran espacio circular de cien metros de diámetro, bautizado ya antes de nacer como Plaza de Vasconia, con una gran escultura en medio. Como mascarón de proa del terreno estaba previsto levantar un palacio en formato redondo y con una elevada cúpula que esperaba alcanzar los 50 metros de altura. Acogería un casino, un balneario, teatro y otros servicios de ocio. Desde este punto, el diseño recogido en los planos dibuja una gran avenida central, como si fuera la espina del bacalao, que se desarrolla al largo de 700 metros de longitud por 30 de ancho hasta el final del planeamiento pegado al municipio de Portugalete. 

Su nombre iba a ser Gran Avenida de Vizcaya y distribuiría los tráficos de peatones e incipientes vehículos a motor así como el tranvía que ocuparía el centro de la avenida. Curiosamente como se ha definido el mismo transporte los próximos años por la isla de Zorrotzaurre.

Esta arteria central iba a ser atravesada por nueve calles que conectarían con otras dos avenidas laterales, la de Álava y Guipúzcoa, ambas de 780 metros de largo por 20 de ancho. Esta última arteria compondría el límite con el ría a través de dique de Evaristo Churruca mientras que la primera se embebería en tierra haciendo desaparecer la costa natural. Como se observan en las imágenes, el estilo de urbe es muy similar al París de la época e incluso se preveía redactar unas ordenanzas municipales específicas para este espacio. Y otro detalle. Todas las calles y avenidas iban a contar con porches o soportales. Era importante guarecerse del sirimiri mucho más imperante entonces que ahora.

Curiosamente todo este proyecto, en cierta manera, se ha estado ejecutando por la Autoridad Portuaria de Bilbao desde 1992, esta vez en terrenos de Santurtzi y Zierbena, con el traslado de la actividad portuaria desde Bilbao y la creación de nuevos espacios, eso sí, exclusivamente con dedicación portuaria, industrial y comercial. 

 

1 comentario:

  1. Como ya detallé en el estudio "La familia del kiosco de la Plaza del Solar" que está disponible en la Biblioteca Digital Portugaluja, Carlos Petrement y Laurin fue hijo de Juan Petrement Rembo (1832-1891) que fundara en Palencia la fundición donde se fabricó en 1889 el kiosco palentino y en 1912, su gemelo portugalujo, ya bajo la firma de Arroyo y Gallego con los hermanos Julio y Carlos Petrement como socios. Éstos, también estuvieron asociados con Víctor, Benigno y Félix Chávarri en la empresa "Chávarri, Petrement y Cía" que años más tarde acabó como "Talleres Miravalles".

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