miércoles, 21 de junio de 2023

HISTORIA DE LA BATERIA DEL CUERVO

 


En la historia de las fortificaciones de la Villa, se recuerdan las tres que tuvo, El Solar, El Cuervo y Campo Grande, siendo la segunda situada al borde del acantilado en la parte inferior del camino viejo que iba desde Santa Clara a Santurce, la menos conocida. Desde ella salía el camino de costa o de salvamento que permitía acceder por el borde del acantilado hasta la otra batería de Campo Grande.

Fue en 1703 cuando el Señorío decidió fortificar su costa colocando guardias y atalayas en los puntos principales, siendo el Ayuntamiento de Bilbao quien se comprometió a completar las dos existentes en Portugalete con una batería nueva en la finca Viña del Cuervo, para lo que tuvo que adquirir los terrenos situados en el acantilado, sobre el paraje de las Arenas y los arrecifes donde naufragaron infinidad de barcos intentando salvar la temida barra.

La propiedad era de María Ventura de Moliner Capetillo, viuda de Francisco Helguero, y era una viña de vides blancas que lindaba con viñas de Juan Antonio de San Martín, cura y Beneficiado de la parroquia y con viñas de Mencia Montaño de Salazar.

Se adquirieron 12 piezas de artillería del calibre 18 en Rochefort (Francia) que se repartieron con Getxo, trayendo las balas de Liérganes. La batería, que disponía de una tejavana que servía de refugio y un pequeño almacén, podía contener siete cañones pero solo se instalaron cuatro.

En 1706 tenemos una primera noticia ante una amenaza extranjera, que obligaría a efectuar los rutinarios alardes y designar cabos artilleros que aquí estarían al mando del capitán José Egusquiza.

Entre los reconocimiento que periódicamente se hicieron vemos que en 1739 el Fortín de "San Joseph llamado El Cuerbo" disponía de 1 cañón de hierro de á 18 y 3 de hierro de á 16 y en su almacén: 5 cucharas; 11 lanadas; 11 agujas; 2 sacatrapos; 200 balas; 7 chiflos; 12 palancas o espeques de madera y 4 de hierro; y 480 cartuchos.

Tenía forma pentagonal, constituyendo por su forma un baluarte, adyacente al espacio municipal que servía de atalaya a los mareantes. Desde su construcción, no hay noticias de que disparase un solo cañonazo, salvo que fuese de fogueo en algún alarde festivo. Y al final del siglo XVIII comenzó su decadencia y evacuación de sus artilleros, siendo destruido durante la invasión francesa, abandonando ya la idea de su reconstrucción. Tras la desamortización en 1861 se decide poner en venta sus terrenos que pasarían a completar las fincas vecinas del Marqués de Mudela y de Braulio Chávarri.

Este es un pequeño resumen del interesante y muy minucioso trabajo de investigación llevado a cabo por José Luis Garaizabal, que con el título EL FORTIN O BALUARTE DE SAN JOSEPH LLAMADO EL CUERBO, hemos incluido en la Biblioteca Digital Portugaluja “el mareómetro” y al que se puede acceder directamente pinchando AQUÍ.



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