El famoso escritor y político español Alfonso Pérez Nieva (1859-1931) nos dejó en la Revista de Navegación y Comercio, del 30 octubre 1895, estas notas sobre nuestra barra dentro de sus Notas de Viajes:
Hé ahí la barra; la
famosa barra de universal y temido renombre que tantas víctimas se ha tragado.
Al
presente asoma sobre la superficie del agua, agujereándola, el extremo de un
mástil, debajo duerme sobre la arena, oculto, un buque naufrago y perdido. En apariencia
aquí no debe existir peligro alguno; solo se distingue el oleaje manso, sereno,
apacible; nada más fácil de pasar el banco temible. Pero en el fondo, ocultándose,
a traición, existe la corriente impetuosa y cruel ávida de daños.
La
desembocadura de la ría es una de esas grandes inmensas hipócritas que destruyen
de pronto con fruncimiento de cejas. Esa punta de palo mayor que sobresale de las
olas trae a la mente muchas historias tristes. Quien sabe los barcos que aquí se
han hundido, cargados de mineral o vacíos, en la misma casa, a las puertas de
la población.
Y
aun hay algo cruel. En los días de galerna pasan ante el abra, arrastrados por
el huracán, buques prófugos que buscan fondeadero, que van huyendo de la
muerte, que ven la desembocadura de la ría y que no pueden entrar o que son desechos
si entran.
Han pasado casi 130 años de esta reseña cuando de la mano de Javier Martin Plaza encontramos en YouTube a través del canal Abest_IA el recuerdo musical que con las herramientas actuales le dedica a una de aquellas tragedias de 1861 y 1863 que se han recogido inspirada en nuestras entradas.
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