Mañana harán 373 años que los miembros de la Cofradía de San Nicolás se reúnen para celebrar su día y recordar a sus predecesores, por lo que encabezamos esta entrada con una fotografía con muchos queridos y recordados mareantes.
Javier García-Borreguero nos recuerda que nuestra Villa, ha conseguido
conservar diversas costumbres y tradiciones religiosas que la Cofradía de
Mareantes y Navegantes ha perpetuado hasta hoy. Los actuales cofrades se sienten
orgullosos de tener preservado tanto su patrimonio religioso como el cívico
social.
El acto fundacional de
esta Cofradía está registrado con
fecha 6 diciembre 1651, es decir en el día de San Nicolás de Bari, y en un acto religioso celebrado en nuestra
antigua iglesia, hoy basílica de Santa María.
Conocemos
que las ordenanzas primitivas ya estaban aprobadas el 4 de junio 1652 y que
rigieron en sus dos primeros siglos, recogiendo que los Mayordomos de la
Cofradía fueran siempre el “Párroco, un Prior Abad, o un Rector Eclesiástico”,
costumbre solamente modificada a principios del siglo XIX, al autorizarse ya la
titularidad del Mayordomo-Presidente sobre personas laicas.
En
1834, el Gobernador Civil de Vizcaya dispuso que la Cofradía se transformase en
“Sociedad de Socorros Mutuos”, extremo que fue rechazado por la Asamblea de la
Cofradía. Ello supuso, que finalizada la primera guerra carlista, fuese
necesario adaptarse y modificar a unos nuevos y liberales estatutos, pero sin
dejar nunca el espíritu del contenido fundacional, que había perdurado en la
Villa desde diciembre de 1651. También se recoge en un acta de 1868, el detalle
de cómo la Cofradía de Mareantes y Navegantes continuaba subsistida
ininterrumpidamente y sin quebranto o ruptura de tracto alguno, desde su fundación.
Son
curiosas las ordenanzas primitivas recogiendo cómo siempre se celebrarían actos
religiosos todos los domingos y festivos del año por el cabildo de Santa María,
destacando la misa rezada de alba para
que los mareantes que saliesen a la mar, llevasen siempre oída la misa de su
precepto dominical. O los oficios solemnes que disponía la Cofradía con motivo
del fallecimiento de un cofrade. Si el fallecimiento se producía por naufragio,
la Cofradía asumiría la responsabilidad de buscar los cuerpos ahogados en la
costa o jurisdicción de la Villa, para traerlos a ella y darles cristiana
sepultura en los lugares siempre reservados en el templo de Santa María por la
Cofradía. Incluso se obligaba bajo multa a los cofrades, a asistir a los
entierros, misas, y funerales oficiados por estos motivos. La Cofradía regulaba
los detalles que habían de reunir los cortejos fúnebres, tales como la misa
cantada de réquiem, con diácono y subdiácono, acompañado de un responso a pie
de la sepultura. Se completaba con una misa cantada, precedida de vigilia, y
con sus correspondientes responsos a oficiar en el domingo de la octava.
En
otra entrada de este blog Javier nos detalló una recreación narrativa de como
se complementaban los actos de este día con el protocolo de las kaxarrankas que mañana se bailarán.
Creo que debemos diferenciar entre un baile moderno, basado sin duda en la famosa kaxarranka de Lequeitio, y las tradiciones auténticas de la Cofradía portugaluja, entre las cuales no está documentado ese baile. En mi opinión, por tanto, no pertenece a nuestro acervo cultural.
ResponderEliminarA ver cuándo se animan y nos meten el antzar eguna.
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