viernes, 22 de mayo de 2020

EL DESAPARECIDO DEPOSITO DE AGUAS DE CAMPANZAR Y EL PROBLEMA DE LAS SEQUIAS EN LA VILLA.



La foto superior de 1969 nos recuerda el alto de Campanzar y su depósito de aguas tras el arbolado sobre las casas del barrio de Los Llanos, mientras las inferiores que nos facilitó Julián Antuñaño corresponden a la década siguiente en que desaparecería tras haberse construido la residencia de Aspaldiko, con una vista actual.
Para documentarnos sobre el tema recurrimos al libro de la Colección el Mareómetro PORTUGALETE. Desarrollo urbano, 1937-1970, de María del  Mar Domingo, donde se dice que “el abastecimiento de agua a la Villa ha sido desde finales del siglo XIX una de las principales preocupaciones de las autoridades municipales. En un principio hicieron uso de las fuentes de agua potable repartidas por todo el término municipal. Fuentes como las El Cristo, El Medio, La Canilla, La Barrera, El Salto o la situada antiguamente en la calle Coscojales satisficieron las necesidades de la población.” Pero a finales del siglo XIX la llegada del turismo y la industrialización de la región con la llegada masiva de trabajadores, pusieron en entredicho la capacidad de un enclave con recursos acuíferos insuficientes.
A principios del siglo pasado se empieza a echar mano de manantiales situados en Trapagaran, Galdames, Muzkiz y Sopuerta y la construcción de un depósito junto al alto de Campanzar proyectado por el arquitecto Alfredo Acebal entre 1907 y 1909. De este modo, la Villa destacó por contar con el sistema de abastecimiento más completo de la zona, siendo más o menos capaz de satisfacer los consumos siempre en aumento.
Tras la guerra civil el problema del agua aumentó debido como señalaba Franco “a las pertinaces sequias” con lo que se generalizó el racionamiento del agua sobre todo en verano de los años 1944 y siguientes hasta la década de los 50, con la consiguiente amenaza de enfermedades.
Se reactivaron los proyectos de traída de agua de los citados manantiales y en 1949 se amplia el citado depósito de Campanzar con la construcción de otro depósito complementario de recogida de aguas potables, proyectado por el arquitecto municipal, José Ignacio Gorostiza y Orma.
A pesar de los esfuerzos de la corporación proyectando un nuevo depósito descubierto en el alto de San Roque e incrementando la capacidad del de Campanzar, Portugalete sufrió nuevamente a principios de la década de los 60 importantes deficiencias en el suministro de agua potable. Cuando se abrían todos los grifos a la vez, la presión de agua era casi nula. El extraordinario crecimiento demográfico que había pasado de 12.000 habitantes en 1950 a 45.000 repercutió negativamente en el abastecimiento.
Un problema agudizado con la aparición de alguna avería o con la demanda de un gran volumen de agua determinados días de la semana de las industrias instaladas en Repélega, dejando a muchos vecinos sin suministro.
La solución al problema comenzó a fraguarse a mediados de los 60, con la constitución del Consorcio de Aguas en 1967 y la llegada del agua procedente del sistema del Zadorra.




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