jueves, 1 de diciembre de 2016

LA SOLEDAD DE LA VIDRIERA DE LA PASIÓN


Hace unas fechas, tras un funeral, dirigí la vista a la vidriera que se encuentra en la actual Capilla de Salazar, que hasta antes de la remodelación de la Basílica de 1994, se conocía como de la Dolorosa. Estuve intentando identificar los elementos que figuraban en ella, pero dado su pequeño tamaño y la falta de luz exterior, me resultó difícil pasar del pergamino con el INRI y tal vez la escalera.
Consultados Javier López Isla y Jose Mari Ruiz, de la Asociación de Amigos de la Basílica, me han facilitado la fotografía que encabeza esta entrada y en ella ya vi con claridad que se trataban de elementos representativos de la Pasión. A su derecha, el citado pergamino que según tradición colocaron en la parte superior de la Cruz con las iniciales de IESUS NAZARENUS REX IUDAEORUM (Jesús de Nazaret rey de los judíos), como explicación de la causa de la condena a muerte; y tras él, la escalera que usaron en el descendimiento; en posición vertical, la lanza con la que traspasaron el costado de Cristo, así como la esponja atada a una caña con la que le dieron a beber vinagre. Según parece, no se trataba de vinagre de aderezo sino de una especie de mosto ácido y agrio que solían tomar los soldados romanos como bebida, tal vez con la intención de reanimarle y evitar una muerte rápida o tal vez lo contrario, pues según una antigua creencia, la muerte de un crucificado se aceleraba al darle de beber. Algunas versiones hablan de vinagre y hiel.  
A su izquierda, vemos en primer término un jarrón que bien pudiera haber contenido el vinagre. Javier López Isla me apuntaba que pudiera ser “el tarro de las esencias” con las que amortajaran el cadáver. Cualquiera de las dos versiones cuadra con la pasión y muerte de Jesús. Tras él, el flagrum o flagelo con el que azotaron a Jesús y la caña que a modo de cetro como “rey de los judíos”, le dieron mofándose de Él.
Llegados a este punto, hay dos elementos cruciales que se echan en falta y son la cruz y la corona de espinas. La explicación estaba unos metros más abajo, ya que esa vidriera seguramente formaba parte de la donación que hicieron en los primeros años del siglo XX, Félix Chávarri y su esposa Ángela Mier, según unos autores, o la familia Retuerto según un documento que estamos intentando localizar. Sea quien fuere, estos donaron el retablo neogótico, seguramente obra del taller Larrea-Basterra, en el que se representan varias escenas de la Pasión, tapando con él el sarcófago del que ya hablamos en una entrada sobre heráldica. La talla de su derecha, muestra a Jesús cargando la cruz camino del Gólgota y la de su izquierda, la escena de la oración del huerto con Cristo arrodillado ante el ángel que sostiene una cruz y que le confortó en aquel duro momento previo a su prendimiento. Todo ello coronado por una talla en relieve de la Piedad, con María sosteniendo el cadáver de Cristo, y sobre ellos, el paño de la Verónica, mostrando la faz de Cristo con la corona de espinas.
Este retablo mostraba en la calle central la imagen de la Dolorosa, que lamentablemente fue sustituida por la Inmaculada en la operación de traslado a la antigua capilla de la Inmaculada, reduciendo el tamaño de la mesa del altar y eliminando la zona del retablo en la que se exponía el Cristo yaciente articulado, dentro de una urna de cristal, perdiendo así el retablo  el sentido temático de la Pasión de Cristo. Esta es una de las muchas  “intervenciones” que causaron estupor a muchos portugalujos.
Cuando se retiraba la urna para introducir el Cristo en el Sepulcro de las procesiones de Viernes Santo, quedaba a la vista parte del sarcófago de piedra que hoy en día podemos contemplar en la capilla.
De esta forma, todo el conjunto ha quedado diseminado. La vidriera solitaria en su sitio, el retablo en la nave de enfrente con otra imagen, la Dolorosa en el museo de la Basílica y el Cristo yacente, ¡vaya usted a saber!, ya que se deshicieron de él alegando que estaba apolillado.
JOSÉ LUIS GARAIZABAL

 Fotografías: Javier López Isla - Jose Mari Ruiz (2015), Miguel Ángel Casado, Xabier-Loyola Martínez Bilbao (1988) y Jose Luis Garaizabal (2016)

Bibliografía: Portugalete y su pasado religioso (1994) y Portugalete y su basílica de Santa María (1994) e Iglesia de Santa María de Portugalete – Capilla de la Dolorosa (1988)  


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