Fue el 8 de junio de 1925 cuando un
Real Decreto prohibía el trabajo material en fábricas, talleres, almacenes,
tiendas, comercios fijos y ambulantes en domingo. El Ministerio de la
Gobernación suprimió en 1929 el referido mercado, pero el 12 de febrero de
1932, en plena República, una sentencia del Tribunal Supremo de lo
Contencioso-administrativo lo restableció. El Ayuntamiento celebró este
acontecimiento con un banquete y otros festejos populares.
De nuevo la Dirección General de
Trabajo prohibió el mercado y envió en agosto de 1932 un oficio al Ayuntamiento
abriendo un plazo de 30 días para reclamar. Un grupo de dependientes del
comercio de la Villa se quejó ante el Ministerio de Trabajo y Previsión social
de que no disfrutaban a lo largo del año del descanso dominical y alegó que la
concesión del mercado dominical había caducado hacía tiempo porque los pueblos
de la periferia ya disponían de comercios y cooperativas tanto o más
importantes que los portugalujos. Una comisión de comerciantes visitó al
gobernador para decirle que su propósito no era utilizar a los dependiente en
domingo y que al frente de los establecimientos estarían los dueños y sus
familiares.
En mayo de 1933 se confirmó la
derogación. El alcalde reunió a los comerciantes y vendedores ambulantes para
plantearles la nueva situación legal y la “Unión Comercial” de la Villa decidió
trasladar el mercado del domingo al sábado, decisión que fue corroborada por la
Corporación. Pero en septiembre fue admitido por el Tribunal Supremo el recurso
elevado contra la orden del Ministerio de Trabajo.
En septiembre del 36, ya en época
de guerra, los alcaldes de Sestao, Baracaldo, Erandio, Santurce y Guecho y una
representación del gremio de comerciantes de sus pueblos visitaron al ministro
de Trabajo, Francisco Largo Caballero, para solicitar que desapareciera el
mercado dominical portugalujo porque les perjudicaba. El ministro les dijo que
en noviembre finalizaba esa concesión y que se le obligaría al comercio de
Portugalete a cumplir el descanso dominical. Parece que, al final, se impuso
esa obligación porque en el mismo noviembre tres empresarios fueron multados
por obligar a sus dependientes a infringir la legislación sobre el descanso
dominical.
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