Este
mes de febrero, el día 22, se cumplen veinte años del
fallecimiento de uno de los artífices de la Transición española como fue el
portugalujo José María de Areilza.
Con
este motivo José Félix Merladet nos
ofrece su semblanza basada en la relación que le unió con él.
Empieza
resaltando la educación recibida en el palacio de El Salto, donde tuvo de
institutriz a la luego famosa novelista irlandesa Kate O’Brien, así como su participación en
la guerra civil entrando con las tropas franquistas en Bilbao y su nombramiento
de alcalde con tan solo 28 años de edad. El discurso que pronunció plagado de
retórica triunfalista y mofas a los vencidos nunca fue olvidado y del que
seguramente se arrepintió en sus últimos años aunque nunca se retractó.
Su
carrera de diplomático la desarrolló como embajador en Argentina (1947),
Estados Unidos (1954) o Francia (1960), donde dimitió rompiendo con el régimen
franquista y pasando a ser el secretario del Consejo
Privado de Juan de Borbón.
La ruptura con el Régimen de Franco, fue para algunos demasiado
pronto, para muchos demasiado tarde. Irujo lo planteó con elegante ironía no
exenta de magnanimidad cuando, como nos refiere Iñaki Anasagasti, le dijo en
Paris que “era muy bueno evolucionar,
reconocer errores y trabajar por la democracia pero que a los exiliados de
fuera y de dentro de España, lecciones, las justas y, los conversos, ¡a la
cola!”.
Su
brillante actividad literaria, extensísima tratando temas políticos, históricos
o paisajísticos, con un gran conocimiento del siglo XIX, le valieron en 1987 su
ingreso en la Real Academia de la Lengua. También era miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
En
opinión de nuestro amigo, Areilza se fue granjeando
bastantes criptoenemigos en las diversas etapas de su periplo: muchos
nacionalistas no le perdonaron su discurso tan vejatorio para los vencidos tras
la toma de Bilbao, sus propios compañeros de guerra no le excusaron nunca que
eludiera el frente de batalla, los franquistas no digirieron su “deserción” en
los 60, los tradicionalistas le proclamaban un agente del foráneo Rockefeller,
el todopoderoso Ejército de entonces no le hubiera tolerado ni mucho menos lo
mismo que aguantó al incógnito Suarez, los opositores con los que había que
consensuar desconfiaban de su hosca grandeur y, sobre todo, muchos de
sus pares y sus superiores, a veces también gente de orgullo y talento, nunca
sufrieron la altiva prepotencia con la que se sentían tratados por él.
El
trabajo completo lo hemos incluido en la BibliotecaDigital Portugaluja, al igual que el discurso de Joaquín Calvo Sotelo sobre
Areilza con motivo del ingreso de éste en la Real Academia y hemos aprovechado
para seguir completando el DiccionarioBiográfico Portugalujo con su figura.
Uno
de los tomos de la Colección El
Mareómetro, que tenemos pendiente de digitalizar, es Recuerdos de Portugalete, donde recogen todos sus artículos sobre
su vida y recuerdos de nuestra Villa.
Para
ilustrar esta entrada elegimos arriba la foto de una de sus últimas visitas a
la Villa en 1983, como conferenciante, tras la comida en La Fragata, con miembros del Ayuntamiento como Doroteo Pinedo, Begoña Benot y Paco Ruiz y gente de la
cultura como Javier Bengoechea, Gregorio San Juan o Vidal de Nicolás. Bajo
estas líneas dos muestras de su actividad deportiva de juventud, remo en yolas con
el Sporting Club y montañismo de la mano de su padre Enrique Areilza.